Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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49 – Gaviotas

Se sentó sobre una maraña de redes, para mirar cómo se suicidaba la tarde. El mar abrió su inmensa boca y el agua se volvió roja de saliva y sangre. Levantó la barbilla. El horizonte, afanado en su quehacer eterno de mantener las ilusiones a distancia, se reía con graznidos de gaviota. Olía a lágrimas estancadas, salitre y pescado.

«¿A qué distancia estará el horizonte?»

«Volveré», dijo su amante cuando zarpó camino de su Troya particular, y ella se quedó tejiendo redes y dibujando quimeras sobre una estela de plata.

«Esperaré», contestó. Y en ese instante sus senos comenzaron a marchitarse, desinflarse como una vela sin viento.

En ese instante.

Cientos de sueños rondaron su cama, y en sus ojos aparecieron cíclopes, secretarias, sirenas, más secretarias, y ese dios injusto y despiadado que necesitaba veinte años de lágrimas para llenar sus mares y que sin duda había confundido el rumbo de su vendedor de sueños.

Una mañana de invierno, alguien pronunció su nombre. Una gaviota le ofreció sus alas abiertas mirándola con sus ojos cansados. Ella utilizó los suyos. Sus ojos vacuos porque era invierno.

Los suyos.

«No te conozco», le dijo, y se volvió para seguir abrazando al horizonte.

7 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ulises es un personaje fascinante, eso nadie lo duda, pero a mi siempre me ha llamado mucho la atención Penélope, con su paciente espera, con una esperanza a prueba de bomba y del tiempo. La que tú dibujas está igual de enamorada de su héroe, al que imagina, con razón, corriendo mil aventuras mientras ella languidece. Sin embargo, cuando él regresa el recuerdo sigue siendo el de antes pero todo ha cambiado demasiado, ella vive en el pasado y no le reconoce. Este desenlace a mí me parece un homenaje a la Penélope de Serrat, pero sin bolso de piel marrón, zapatitos de tacón ni vestido de domingo.
    Una constante en tus relatos es la originalidad. La idea de hablar de uno de los viajeros míticos desde el punto de vista de su mujer es un acierto, también introducir en medio de los cíclopes secretarias en lugar de sirenas. Todo ello en un lenguaje que coquetea en buen maridaje con lo poético, con el vuelo de esas gaviotas que representa la libertad que Penélope no tiene, anclada a una eterna y desagradecida espera.
    Buen verano y recuerdos, Luis.
    Un abrazo grande y suerte

  2. Con razón te llamo en ocasiones CIRUJANO. Cirujano de sentimientos, de textos, de intenciones… Pero un cirujano de Nobel. O te sobra el tiempo, o tienes una capacidad de análisis que envidio. Y conociéndote, me inclino por lo segundo. No lo digo por este relato, Ángel. Siempre estás ahí, MAESTRO.
    Un abrazo.

  3. Enorme este relato, Luis. El primer párrafo me encanta. No comento su contenido porque ya lo ha hecho, como siempre de forma magistral, Ángel.
    Mi enhorabuena por esta perlita que yo vestiría de papel ya.
    Feliz verano. Fuerte abrazo.

  4. ¿Un Ulises?¿Una Penélope sin andén?
    Qué pena da el olvido. Qué dura la soledad…y al final…a qué tanta lágrima, baja energía de pulmón.
    Cantar quita las penas y expande los pulmones.
    Bonito y triste relato. Suerte y Felicidades.

  5. He tenido la tentación, Luís, de copiar y pegar el comentario de Ángel, porque si es una delicia leer tu relato, igualmente lo es leer como lo analiza él. Me quedo mirando ese «horizonte, afanado en su quehacer eterno de mantener las ilusiones a distancia» (qué bueno!). Y pensando en tus Ulises, probablemente comerciales afanados a lo suyo. Y esas Penélopes modernas (que aún quedan), viendo cíclopes mezclados con secretarias.
    Genial.
    Un abrazo

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