Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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32. Huellas profundas

—En la cubierta, en un bote salvavidas o en un camarote, pongamos el 115, que más daba. Por ir con Richard lo hubiera dejado todo. ¡Ay!, el amor. Sin embargo, él partió sin mí y hube de descubrir horrorizada su nombre en la lista de desaparecidos, rehacer mi vida, buscar nuevas metas. El tiempo todo lo cura —creí— y pronto volví a enamorarme. De un dentista. Salió a pedir de boca, ¡cómo no!, hasta el infausto día de nuestra boda en que lo atropelló un cadillac camino del altar. ¡Con lo guapo que estaba con su esmoquin! Indecisa entre sentirme soltera o casi viuda, hube de superarlo luchando por demorar la pérdida de mi juventud. «Ms. Harris, anímese» me decían. Pero cómo, ¡ya estábamos en plena Gran Guerra!
—Ms. Harris, recuéstese, es tarde…
—También sufrí la segunda Gran Guerra. ¡Murieron tantos…!
—Duerma.
—¿Sabes?—la anciana posa su mano sobre la de la enfermera—. Richard se fue con otra —confiesa extenuada—. Su nombre estaba en la lista.
—Duérmase…
—Aún sueño con ellos: pasean sobre cubierta —Ms. Harris por fin cierra los ojos.
Pronto los abre, añadiendo:
—Se hundió el Titanic. Y yo con él. Desde entonces…
—Duerma, Ms. Harris, duerma.

6 Responses

  1. Esperanza Tirado Jiménez

    Hay relatos que vas leyendo y te los imaginas en película. Este es uno de ellos.

    Muy divertida la parte del comentario sobre dentista, para hacer contraste con el resto de la historia, bastante triste. Pero muy bien contada a través de ese diálogo.

    Suerte.

  2. Isabel

    Una mirada siempre al pasado, siempre a un recuerdo que se quiere olvidar, ni el dentista fue capaz de adelantar el tiempo. Una vida entera clavada en aquel inmenso dolor de la doble perdida. Pero lo has contado con esa conversación tan dulce que irradia ternura.

  3. Izaskun

    Ya dice el refranero popular que el amor de verdad es el primero, los demás son solo para intentar olvidarlo… Buen relato con su puntito de humor.
    Suerte, Mikel.

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