Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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137. JUANITA

Juanita no era nuestra mascota, sino un miembro más de la familia. Se acomodaba con nosotros en el sofá, haciéndose primero un ovillo para después esparrancarse sin ningún pudor. Como si tuviese el sentido de la oportunidad venía a nuestra cama cuando Eduardo estaba de noches y dormíamos juntas. Estaba encantada con la mudanza y nosotros disfrutábamos al verla hacer equilibrios malabáricos en las ramas de los arbustos o perseguir sin tregua a las pequeñas alimañas que se cruzaban en su deambular por el acotado jardín de nuestro nuevo hogar. Nos sorprendió verla una tarde haciéndose arrumacos con un imponente gato de vistoso pelaje. Las visitas del felino se hicieron asiduas y los ojos de Juanita brillaban de dicha. Una tarde observé restos de sangre seca en su inmaculado pelo blanco, pero no le di importancia. Empezó a no querer salir al jardín. Su pelo fue paulatinamente perdiendo brillo y sus ojos mudaron a tristes. Ayer llegó temblorosa y se acurrucó en mi regazo, escondiendo su rostro. Hoy Juanita yace desgarrada en el umbral de casa, aunque nunca computará en las escalofriantes estadísticas de violencia de género.
Dolores Asenjo Gil

4 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Nos muestras mediante unas escenas muy claras lo que en tantas ocasiones, por desgracia, sucede: que vamos descubriendo esos pequeños indicios, pero no somos capaces de discernir o de creer lo que sucede, hasta que, quizá, sea demasiado tarde. Me gusta el uso que haces de algunas palabras no tan raras, pero sí no muy habituales. También veo tu texto como si fuera una declaración aséptica, a pesar de la emoción que subyace en el relato. Tiene mérito y me gusta. Enhorabuena, Dolores. Un saludo y suerte.

  2. Martín Zurita

    Hola, Dolores.
    El escalofriante, te tomo prestado el adjetivo, mundo de la violencia de género trasladado al reino gatuno, que convendría atajar a los menores indicios. Pero, claro, como nos parece tan terrible nos negamos a que puedan agudizarse las evidencias. Hacemos oídos sordos. Es un texto denuncia (parece que los animales no cuentan como deberían) en el que, coincido con Jesús, manejas muy bien el lenguaje. Y desde la formulación inicial, amable, se pasa a la tragedia. Me gusta tu propuesta. Un beso.

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