Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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90. La Herencia (Inés Z.)

Simón es optimista por naturaleza, siempre sonríe, todo es rosa; pero para mí, que lo veo todo negro, es insufrible, aunque increíblemente guapo.

Hace tres meses mi tía falleció y heredé su casa del pueblo. Cuando Simón y yo llegamos aluciné, aquello era una ruina, la casa apenas se sostenía. A él en cambio le pareció maravillosa, el viaje había merecido la pena solo por verla. Me entraron ganas de atizarle con un palo, pero las gentes de aquel lugar me miraban y decidí tranquilizarme.

Contra todo pronóstico empezamos a reconstruirla. Simón disfrutando, yo desesperándome. Días después una vecina se ofreció para ayudar. Era poca cosa, rondaría los cincuenta, flacucha; pero la muy ladina era un sol con patas. Sonreía graciosamente y los ojos de Simón se iluminaban. Empecé a sentir celos de aquella mujer rural, yo, una urbanita sofisticada. Mientras Simón descubrió que estar con una pesimista es agotador.

Me dejó, se fue a vivir con ella. Tuve que vender la casa y, francamente, no sé si aquel viaje me enseñó algo.

Esta mañana he puesto un anuncio en el periódico:»Se busca hombre para amistad o lo que surja. A poder ser pesimista, más que nada por compartir color».

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Se podría decir que hay herencias envenenadas, pero también que la vida le pone al final a cada uno en su sitio. Tuvo que aparecer una mujer rural y optimista para que otra, la protagonista, urbana y más negativa, fuese sincera consigo misma, asumiera su personalidad y buscase a alguien más acorde con la misma. Se plantea si el viaje le enseñó algo, cuando en realidad le ha mostrado todo. Nosotros, desde fuera, nos hemos dado cuenta. Ella, posiblemente, necesite todavía un tiempo.
    Un saludo y suerte, Inés

    1. Inés Z. López

      Muchas gracias por leer y comentar, Ángel.
      Esperemos que la protagonista encuentre un novio a su medida y color.
      Un abrazo.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Desde luego, aguantar, día tras día, la negatividad del que está a tu lado no es plato de gusto para nadie. Lo contrario, creo que tampoco. Una persona a la que todo le parece muy bien, siempre sonriendo mucho, no cuestionando nada, dispuesto a cualquier cosa por difícil que sea…, por lo menos, agota. En este caso, el pobre Simón parece un Santo y quizás nuestra amiga debería haber puesto algo de su parte. Él merece seguir con su felicidad. A ella, el viaje no ha parecido enseñarle nada. Esperemos que, si encuentra a su igual, todo le vaya bien. Suerte y saludos.

    1. Inés Z. López

      Gracias, Jesús. Estoy contigo en que un optimista extremo puede llegar a cansar. Y lo mismo pasa con aquellos que lo ven todo negro. Cada cosa en su justa medida y en su momento.

      Abrazos.

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