Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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51. LUNÁTICO

Aquel artefacto estaba apoyado en la pared de un bloque de los suburbios. Como un ciprés miraba al cielo esperando contestación a su osadía: llegar a la Luna. Fabricado rudimentariamente en estructura de bambú, fuselaje de sacos fertiberia  y punta de goma recauchutada. 

Los vecinos se reían del ingeniero de tan singular nave espacial. Me dijeron que le llamaban Espiguita. Mi curiosidad me llevó a conocerle y, una tarde,  me relató su proyecto espacial:

-Sueño con llegar a la Luna para colonizarla. Estoy plantando «macetitas»  con muchos vegetales, quiero hacer de aquello un lugar habitable. Lo tengo todo planeado, mi cohete no sufrirá daños en la caída porque lleva la punta de goma. Estoy liado con el motor, es muy complicado, le he pedido ayuda a los americanos pero no quieren porque les hago la competencia.

Un buen día a nuestro agronauta se lo llevaron dos individuos de blanco a una residencia de enfermos mentales.

Fui a verle y con mirada visionaria me dijo:

Tenía yo razón.   Los americanos me han secuestrado y se llevaron mi idea para hacerla ellos. 

Espiguita partió una noche de agosto al espacio sideral con un billete de ida inyectado en vena por un enfermero.

10 Responses

  1. antonio rodriguez daza

    En los años que conocí a «Espiguita» me sentía muy identificado con él. Nunca debemos dejar la imaginación de la infancia, en el fondo todos somos un poco niños.

  2. Pablo Núñez

    Antonio, me encanta la historia de este agronauta de Brenes que luchó por un sueño.
    Me gusta cómo explica ese sueño y es genial cómo has redondeado el final, que es duro y seguramente real, pero tu forma de narrarlo tan elegantemente redondea una historia de un hombre soñador. De un hombre bueno.
    Gran relato.
    Un abrazo.
    Pablo.

  3. Espiguita tenía razón. Tal vez no fueran los americanos, pero al final le quitaron sus ideas y sus sueños. Un relato muy emotivo y muy bien narrado, Antonio. Felicidades y un saludo.

  4. Ton Pedraz

    Entrañable tu «lunático», que se merece esta historia tan bien contada.
    Me gustó mucho este «niño para siempre».
    Suerte Antonio.
    Ton.

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