Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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OCT77. UN ALMA DIFUSA, de Eduardo Iáñez

Raimundo nació con cinco kilos y medio a las cuarenta y cuatro semanas.
Con el paso de los años, el niño confirmó su pasmosa tranquilidad y su desapego a las prisas. Nunca hicieron mella en él las quejas de sus maestros, desesperados por sus continuos retrasos. Su esposa jamás le perdonó que llegase tarde a la boda y terminó abandonándolo cuando se perdió el nacimiento de su hijo. Las advertencias de sus sucesivos jefes resbalaban sobre él como la tinta sobre el papel en que rubricaba la procedencia de su despido. Raimundo vivía instalado en una extraña indolencia cronológica.
Todo cambió el día en que debía haber cogido un autobús cuyo despeñamiento llenó las portadas de los periódicos. Desde entonces, Raimundo busca con afán una muerte que los médicos se empeñan en evitarle puntualmente con argumentos inusuales: que aún es pronto, que no ha llegado su hora.

24 Responses

    1. ¿Qué sería de mí en ENTC sin tus comentarios, Juan Manuel? Tu confianza en mis micros es superior a la mía misma, y eso es impagable. Y en cuanto a la rememoración a la que aludes… ufff. Ya te digo: me subes la moral. Un abrazo y suerte para ti.

    1. Impuntual también mi respuesta, pero no por ello menos agradecida. Gracias por tu visita y tus comentarios; pero, sobre todo, por esa fórmula matemática que condensa mucho mejor que mi relato la verdad del personaje. Un saludo.

    1. En efecto, Rosa: terrible la situación para mi personaje. Trágica, como he dicho más arriba; pero no por eso menos cómica, menos irónica (me apunto a tu calificativo). Gracias por tus agudas observaciones. Un abrazo.

    1. Muchas gracias por tus apreciaciones y por el magnífico refrán, que desconocía, así como el término «guajalote». Todo un descubrimiento (y lago ‘guajalote’, en efecto, mi personaje). Un abrazo.

    1. Sí, jaja, muy a su pesar. Imagino a Raimundo intententándolo una y otra vez más, hasta la extenuación, y llegando siempre tarde a esa cita. Volviendo a lo dicho más arriba, es tragicómico: depende de quién lo mire y desde dónde, percibiremos más una u otra dimensión.
      Gracias por tus palabras, maestro, y por pasarte por aquí. Suerte para todo lo tuyo.

  1. Micro original. Llega tarde a todo y a lo único que quiere aferrarse es la muerte y esta le da largas, je je. Mi padre tenía un amigo que nació con 7 kilos y también muy tarde y era pánfilo para todo, entre ellos bromeaban diciendo que era de nacimiento. Me gusta mucho el tono en el que está narrado y el uso del vocabulario, creo que está muy muy medido. Muy bueno, se me ocurre, así como para ponerlo de 10, cambiarle el nombre de Raimundo a Plácido, o es mucho recochineo¿?, ya me dirás, abrazo

    1. Como siempre, Mel, no puedo sino agradecerte tus elogiosos comentarios. Muy graciosa tu referencia al amigo real de tu padre, ese tan pánfilo (qué palabra tan expresiva), y ocurrente tu sugerencia de que mi Raimundo sea Plácido, ¿por qué no? Me parece muy acertado.
      Un saludo.

    2. Sí, pánfilo es una palabra chula verdad¿?. Pues mira te cuento un poco sobre este hombre, a mi me suele dar un poquito de reparo escribir sobre gente que he conocido, más si ha muerto, así que te traspaso la idea por si te apetece escribir algo. Don Patxi, asi se llamaba, era lento para todo, de hecho eligió ser cura no por vocación, sino por llevar una vida tranquila. Mis tías contaban que sus misas era eterrrrnas, las abuelillas felices de pasar media tarde en la iglesia, pero los más jovenes te imaginarás. Contaban que una vez, en uno de esos «oremos» de misa que normalmente duran unos minutillos, se quedó medio dormido… se despertó de sopetón con los murmullos preocupados de los feligreses…. ahí tienes un principio de historia
      Abrazos

    3. Je, je con el cura… Imagino a los asistentes pensando que ya estaba de cuerpo presente: ¡la de tiempo que pudieran haberse ahorrado! Ni velorios, ni traslados: misa de córpore insepulto sin solución de continuidad. Una muerte tranquila y una solución cómoda que el sacrodurmiente se encargó de defraudar el resultar ser un semovimiente. Gracias por la historia, Mel. Besos.

  2. Con este personaje se podría hacer toda una serie de cuentos, tiene un perfil de lo más tragicómico que daría mucho de sí. Gracioso el final, ahora va y le entran las prisas por largarse, jeje, muy bueno.
    Un abrazo.

    1. Vaya, Susana, la verdad es que entre unos y otros casi que me están dando ganas de pensármelo, de darle una vuelta más a la posible serie de muertes postergadas de Raimundo. Gracias por tu comentario y por haberte pasado. Saludos.

  3. Curiosa historia la de tu Raimundo con esa «pachorra» qe se gasta; como siga empeñado en buscar la muerte, le recomiendo que busque un método de suicidio (lento, por supuesto), como… la vida, que te va mantando lentamente. Bien contada. Se sigue con interés y no decae.
    Saludos y suerte.

    1. Gracias por tus deseos, Rafa, y por tu sugerencia: vivir mata lentamente, jeje. Ese mensaje no nos lo pone Sanidad por ningún sitio. Claro que Hacienda podría añadir: «y vivir en crisis permanente mata sincopadamente». Un saludo.

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