Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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84. Recuerdos (Nicoleta Ionescu)

El caramelo, duro y redondo, se me cayó al suelo y empezó a rodar, causando rumor e hilaridad, hasta chocarse contra el viejo escenario del cine.

No me acuerdo cuantos caramelos se me escaparon de las manos durante todos aquellos felices años, pero lo cierto es que nunca más volví a encontrarlos; me imaginaba que se colaban por una trampilla, y allí, abajo, cientos, miles de caramelos perdidos se reunían en un mundo secreto, para compartir sus recuerdos: el avión  de Belmondo, el autocar recorriendo Bélgica, los gendarmes de Saint Tropez, los ojos color violeta de Cleopatra, la prodigiosa Dolly, bandidos, indios y cowboys, un mundo loco, loco, loco, lleno de música y fantasía.

Estaba en el sexto grado cuando, por la última vez, se me cayó un caramelo. Me eché a correr por él, pero tropecé. Al levantarme, la sonrisa de Gatsby inundaba la pantalla, otros aviones bombardeaban Vietnam, Barbra Streissand entonaba otra canción. Un tipo del traje blanco detuvo mi camino, lanzando al aire mi caramelo, transformado en moneda: el futuro Padrino.

Eran ya los setenta, el mundo cambiaba y yo dejaba de ser la niñita que roía caramelos al cine, cada semana, junto a sus amigas.

22 Responses

    1. Gracias, Rafa, por tus amistosas palabrs. Escribí con mucha nostalgia estas líneas. En mi barrio eran cuatro cines donde nos ibamos frecuentemente, chicos, padres, vecinos etc. No comíamos palomitas, no eran a la moda, pero solíamos comprar caramelos que compartíamos durante la función. Claro que el chirrido del celofán era molesto, pero a nosotros, los chicos, no nos importaba, al contrario. Lo de los caramelos que se caían y rodaban por debajo de los sitios ocurría aveces. Lo triste es que ninguno de los cuatro cines ya no existe. Fueron tranformados en clubs o en casinos.

  1. Calamanda Nevado

    Nicoleta, cuantas coincidencias disfrutamos, como en tu cuento, en este tema del mes. Bonito y evocador. suerte y saludos

    1. Gracias, Calamanda. En los setenta, en los cines de Bucarest rodaban pocas películas nuevas. La mayoría eran de los sesenta o mas viejas. Pero eran películas preciosas, vivas, alegres, optimistas, aunque no tan profondas como los de los ’70. A esas los descubrí con atraso, cuando pude comprender su problemática.
      Un abrazo.

  2. Reve Llyn

    Me ha gustado «rodar» por esos recuerdos. Muy logrado el relato y muy bien enlazados los pasos por las imágenes que nos presentas.
    Un saludo Nicoleta.

  3. Mª Belén Mateos

    Simpático relato Nicoleta. Evocas muy bien los cines de antes, con esos caramelos rodadores.
    Me ha gustado la imaginación del principio, ese querer saber a donde iban todos esos dulces.
    Gusta leerlo.
    un abrazo

  4. Mª Belén, gracias por tu comentario. Los dulces los comíamos especialmente durante el «diario», que precedía todas las películas, que a nosotros,los chicos, nos producía mucho aburrimiento e impaciencia. Un abrazo.

  5. María Jesús Briones

    Me alegro volver a leer otro relato tuyo. Tu magia especial se desliza por la historia para hacernos revivir lo más dulce del cine.
    Felicidades.

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