Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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Ronda 1 – Aquelarre 21

Los participantes con el alias :  SARCÓFAGO– PÉSAME– SEPULTURERO

deberán escribir un relato :

  • Donde aparezca el pecado de la Lujuria.
  • Plazo : hasta el domingo 17 a las 23:59 hora peninsular de España
  • Extensión: 123 palabras Máximas (título NO incluido)
  • Ambientado en el escenario : TREN

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4 Responses

  1. Lujuria Monstruoscopica

    SEPULTURERO- HISTORIAS (PROHIBIDAS) DEL FERROCARRIL
    Coincidí con ella en el andén. Charlamos del tiempo cuando le ayudé a llevar su equipaje hasta el coche cama. Antes de que partiese el tren echamos el primer polvo sentados sobre las maletas. Caray, el traqueteo la puso cachonda. Aprovechando que ya casi nadie viaja en tren, follamos en mitad del pasillo saliendo de Ávila, dentro del cuarto de limpieza, entre cubos, escobas y fregonas, durante el transbordo en Medina del Campo, y, huyendo del revisor, en un vagón vacío. La jornada ha sido inolvidable.
    Comienza a amanecer, huele a algas y salitre, atrás dejamos la ría de Betanzos. A ver cómo le explico cuando despierte que debí apearme en Las Rozas.

  2. Lujuria Monstruoscopica

    PÉSAME – El fogonero
    Ángeles se va a la ciudad. Sin bragas. Llega pronto a la estación. Desde el andén mira trabajar al fogonero; se deja atrapar en el vaivén de sus bíceps. Cuando la ve, deja la pala para saludarla. Fueron novios. Ángeles sabe más de pistones y ebullición que la otra estrecha con quien se casó. Sube al vagón y espera al pitido de salida. Cierra los ojos. En el traqueteo del tren Ángeles siente las caricias negras, luego, las embestidas del fogonero. Cuando la locomotora lanza su chorro de vapor al aire, se estremece y lanza, ella también, un profundo jadeo. Mañana tendré que volver a confesarme, piensa. Con detalles, hija, con detalles, le dirá Don Abel. Y Ángeles se estremece de nuevo.

  3. Lujuria Monstruoscopica

    SARCÓFAGO – CLASES PARTICULARES
    A Vanesa la conocí en una AVE Madrid-Sevilla. Escultural, sensual y veinteañera, me zarandeó la libido cuando me dijo con cierta timidez que estaba dispuesta a aprender todo lo que le quisiera enseñar. Me propuse que antes de llegar a Ciudad Real ya conocería los clásicos: el sesenta y nueve, el misionero, el balancín…; aprovechando la cercanía, la pondría también a mirar a Cuenca. En el tramo hasta Córdoba le enseñaría otras posturas más exquisitas: el carrete, la milhoja, el candado…; y antes de llegar a Santa Justa ya habríamos probado el molde, el caracol, la sirena… Bueno, lo tuve que dejar para otro viaje; esa vez me limité a las nociones básicas de conducción en su primer día de prácticas ferroviarias.

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