Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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SEP100. TAMANEND, de Javier Ximens

Después de dos siglos desde que se dio por perdido el mercante «Willian Penn», el mascarón de proa que representaba al indio Tamanend fue hallado en una playa de Filadelfia. Con métodos avanzados, un grupo de científicos hemos estado restaurando la figura. La talla ha recuperado su esplendor original y el habla. En el lenguaje de los indios «Delaware» nos ha narrado cómo se fueron a pique.

«Nos aproximábamos a las costas de Noruega cuando vimos acercarse una polvareda de agua que me recordó las estampidas de los búfalos, me sentía cabalgando a lomos de mi caballo sobre la pradera, la espuma de las olas en mi rostro eran como crines al viento. Mas de pronto, el mar se encabritó, se formó un huracán y caímos en un inmenso remolino, un acantilado de agua girando a mucha velocidad por cuyo vórtice se veía el lecho marino».

Cuenta que murieron todos los marineros y que solo él se salvó al desprenderse del casco. Dice que durante estos años se mantuvo a flote por su cuerpo de roble y que ha surcado los mares arrastrado por las corrientes hasta regresar a su tierra.

Los científicos no le hemos creído.

52 Responses

  1. No esperaba menos de los científicos, ni del narrador. Me gusta ese cambio de voz. Me gusta ese enfrentamiento entre fantasía y realidad. Me gustan las alas aventureras, apasionadas estrellándose con el frío desenlace. Me gusta tu leyenda/relato.

    Un fuerte abrazooo

  2. El mito se sustenta sobre circunstancias sin testigos, y así perdura, ajeno a la lógica. Menos mal que le queda poco. Me gusta la ruptura con lo que todo el mundo espera, ese modo de decirle al lector: «¿lo ves? Yo soy el autor».
    Enhorabuena
    Juan M
    juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com

  3. Hola, Ximens.

    Un micro para soñar con el «por qué no va a poder ser». Fantasía que desarrollas como si de una realidad se tratase; por tanto, estupendo.

    Oye, ¿no es también Delaware un paraíso de esos que están tan de moda ahora entre los que defraudan?

    Felicidades, rebonito.

    Un abrazo muy grande.

    1. Pues no lo sé, Tow. Los de los Montes de Toledo no defraudamos más allá de nuestras fronteras, o sea, que guardamos el dinero en tinajas. En esta historia hace referencia a los indios que habitaban el Valle de Delaware, en Filadelfia, algo apartado del estado de Delawere.

    2. Menos mal, pensaba que el subconsciente te traicionaba con el otro Delaware.

      Los/las que descendemos de castellanos abulenses, tampoco sabemos de esas cosas que conlleva el tener mucho capital.

      ¡Ea, hasta el sábado!

  4. Un relato muy tuyo: una descripción rica y detallada que atrapa al lector y cuando nos tienes entre tus garras nos arrancas de cuajo del mundo de la fantasía y nos devuelves de golpe a la realidad.

    Muy logrado.

    Un abrazo,

  5. Me encanta como habla el indio, como describe el huracan, como dice que la espuma de las olas era como las crines del caballo al viento, etc, menuda aventura la que paso, y tal es el caso que aún perdura en el tiempo aunque los cientifícos no se lo crean. Esta muy bien narrado de tal forma que vives su odisea,y sientes lo mismo que él.
    Ximens, me ha gustado mucho, te deseo suerte a final de mes.
    Un beso.
    Puri

  6. Hola Ximens, de acuerdo con todos y cada uno de los comentarios.
    Además de disfrutar de tu lectura, me animas a profundizar y crecer culturalmente.
    Los nombres, los paisajes… nada de lo que escribes carece de sentido.
    Me ha encantado, además los indios eran mi pasión.
    Un placer leerte.
    En cuanto a los científicos, jajaja seguro estaban atribulados con los recortes y no querían seguir investigando tan curioso acontecimiento.
    Abrazos

    http://montesinadas.blogspot.com.es/

  7. Hola, genialmente nos has llevado a través de los mares surcando esas aguas tempestuosas, nos hemos salvado de milagro! los científicos no se lo van a creer, pero nos salvó tu forma de redactar, esas descripciones, todo nos ha traído a la orilla.

    Un saludo
    Rosa

    Suerte!

  8. Me encantó eso de que recuperara el habla una vez restaurado, y que no le crean, je je, que le pregunten al carpintero si los «delaware» de roble son de fiar. Tremendo ejercicio de equilibrio entre fantasía y realidad, expresado con una naturalidad envidiable.

    Apunta alto tu mascarón compañero.

    Un abrazo.

    p.s. si ganas espero que nos pases la transcripción en versión original, je je.

  9. Felicitaciones Xavier, porue tu historia además de bien narrada, tiene enjundia, el sabor de historias con fundamento y la calidad que tienes de buen contador, por precisión y por atmósfera, pero no me quedaría a gusto si no te dijera algo que creo que le quita algo de magia a la historia, y es ese d»Mas de pronto». Se me antoja un recurso más pobre que Luego, más tarde, poco a poco, después. No sé el porqué pero me rompe el ritmo.
    Dicho esto, te deseo suerte, que seguramente la tendrás, porque en medio de tanta mar y tanta odisea , eso es solo desliz mínimo.
    Abrazo.
    p.d. A los mejores les pido más 🙂

    1. Gracias, Antonia. Respecto a lo que apuntas no sé contestarte, que quizás tengas razón. Por desgracia no sé hilar tan fino, te recuerdo que vengo de leer best seller durante 40 años (jeje)

  10. Yo tampoco daba crédito, en serio. Pero tal y como tú lo cuentas,me lo he creído. Ingenioso, me ha gustado especialmente ese recuperar el habla tras la restauración, que equivale a la interpretación científica de restos tras su estudio, imagino, pero mucho más bonito, donde va a parar. Un abrazo.

  11. Tus relatos tienen siempre ese plus de encanto, ese puntito tierno que desata la sonrisa… en fin, que es más charming que la cup of coffee, este indio «Delaware». Aunque también haga el indio.
    Jau.

  12. Una pieza excelente, Sr. Ximens; excelente en cada una de sus multiples caras. Sutil y prodigiosamente enhebradas la realidad y la fantasía, al punto de que el lector siente como normal el ver una «polvareda de agua». Estupendo juego de estereotipos y paradigmas que consiguen una actitud lectora no sólo cómplice, sino muy involucrada.

    Dejo, pues, mis aplausos y el deseo de que el jurado sepa valorar este micro cree este lector que se merece.

    Un abrazo.

  13. Buen relato que me creo totalmente. Casualidad, soy química y restauradora de arte, pero como bien dicen por ahí, también soñadora y botadora de corriente. Coincido con mi vecino sobra: “con métodos avanzados”, se da por hecho al ser científicos.
    Felicidades.

  14. Pues mira, yo es que suelo discrepar con los científicos, a los que no creo es a algunos de ellos que se dedican a contradecirse. Para mí ese indio se explica muy, pero que muy bien, que sea de madera es lo de menos ¿No?

    Suerte Javier, he disfrutado mucho leyéndote.

  15. Vaya Ximens coincidimos en mascarones de proa y leyendas antiguas, me gusta coincidir mentalmente contigo. Te deseo suerte en tus labores investigadoras que me contabas, espero que añadas una pizca de magia, ya ves que los científicos ni tocando «madera» creen en los mitos. Me ha gustado!!!

  16. Pues los científicos que digan lo que quieran, Tamanend lo cuenta tan bien, con palabras que me hacen sentir el fragor de las olas, que yo me quedo con su historia y por supuesto me la creo.
    Precioso relato, Ximens.

    Mucha suerte.

    Besitos

  17. Qué bonito, Ximens, con tono de leyenda antigua.
    Me ha traído a la memoria al mascarón de barco más hermoso que conozco: la Victoria de Samotracia.
    Me ha gustado de forma especial ese párrafo en que asemejas las olas a las cabalgadas por las llanuras con los búfalos detrás, Tiene una gran belleza plástica y de imágenes.
    Un beso.

  18. Buenas tardes señor Ximens….me quito el sombrero, y la peluca si la tuviera. Un buen relato con narratividad acertada en cada punto, una voz salida del mismisimo mastil de la proa a la que yo: ¡sí creo!, porque las cosas inanimadas HABLAN y nos cuentan historias que nosotros, esta vez tú: captamos en un instante y sabemos hacer llegar a otros. Esos cientificos del relato eran unos impostores….cualquiera medianamente profesional, sabría escuchar a la madera, especialmente si es de roble.

    Suerte y a por ello. Besos.

  19. Y con razón. Cualquiera cree a un trozo de madera por muy de roble que sea. Solo hay que ver a Pinocho…

    Estupendo relato que espero llegue bien lejos. Me encantan estos temas donde lo irreal se trata con total realidad.

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