SEP115. HACIA SU DESTINO, de Calamanda Nevado
Aguardaban su salida. Insospechadamente, salió por otra puerta. Corrían sus piernas enredadas, ya cansadas, cuando las sintió coserse a la comodidad del calzado. Aún así, resbalaba; pero la querencia lo alzaba de nuevo, más crecido si cabe. Su camarada le esperaba al amanecer.
Abstraído por la carrera, paro de pensar, casi de ver, y oler. Ausente, solo escuchaba gritos; recordaban la proporción de su esfuerzo, aligerándolo.
Cuando la noche, sin luna, se echo encima del rayo de su trote; exhausto, roto, y desnortado cayó sobre algo blando y viscoso, de olor familiar. Sintió jugos húmedos y espesos, pegados en sus piernas y brazos desnudos. Receloso los probó, era… ¡fruta madura! Marchaba… perdido por el Jertes. Necesitaba orientarse; salir inminente hacia la carretera.
Cerca, florecían voces y ruidos de motor. La marea del griterío lo turbaba y situó. El cielo, generoso, clareaba y las manecillas del reloj revelaron la hora. Tropezó y rodó con la fruta aguada. Se incorporó, de nuevo, sobre el boscaje. Alcanzó el arcén. La silueta del compañero ¡esperaba en el Kilometro acordado!
Un último esfuerzo lo arrojó, al galope, hacia su destino. Aceleraba vertiendo los ojos en su única mano; atenazaba la Antorcha Olímpica que continuaba encendida.
Deseo que tu meta sea muy dulce. Juan Pérez.
Gracias Juan, las deseo igual de dulces para ti.
Me parece una carrera agotadora, yo me sentaría a degustar las cerezas y allá penas.
Un beso.
Sospecho que, sin la antorcha,el haría lo mismo. Gracias. Un beso.
Calamanda, tu relato está repleto de frases preciosas.
Besos y mucha, mucha suerte.
Ines, tu comentario es una frase preciosa. Gracias, besos y suerte.
El esfuerzo y la satisfacción que da el deporte; hacen pensar en superación de metas. Suerte, mucha.
Gracias por toda esa suerte. También te la deseo.
Calamanda, La responsabilidad te mantiene erguido y en movimiento. Un abrazo
Natalia, como al protagonista. No paró hasta cumplir su misión. Un beso.
Calamanda tu relato me ha transmite una intensa sensación de libertad. Imagino lo que debe sentir el corredor y es lo primero que se me viene a la mente.
Bonitas imágenes las de tu historia olimpica con esa mención al valle de Jerte
Que tengas suerte.
José Ángel, esa sensación de libertad, de la que hablas, la buscaba para el corredor. Si la has sentido, también es para ti. Gracias y suerte. Un saludo.
Gritos que florecen, vertiendo los ojos… Precioso, Calamanda, una delicia.
Saludos.
Miguelángel, se enmudece cuando se leen dedicatorias como la tuya. Recobrada la voz, te deseo suerte y te doy gracias. Un saludo
Me tenías totalmente despistada!!!, pensaba en una huida a trompicones y me extrañaba el lenguaje tan poético. Luego lo releo y me doy cuenta que hay cosas que dices que efectivamente no era ninguna persecución… y hay frases muy bonitas. la antorcha olímpica nunca lo hubiese imaginado… medalla para tí.
Yo también creí en una huida rápida aligerada por el peso de alguna culpa. Y resulta que al final ¡sorpresa!, una antorcha olímpica y un hombre que «sabrá» a los aromas de la fruta bien madura ¡de rechupete!.
Un beso Calamanda, original y poético.
Laura, lo mejor de todo el relato, el hombre; con sabores y aromas de fruta madura. Gracias, un beso.
María, me agrada tu sorpresa y despiste. Gracias, suerte y un abrazo.
Calamanda, un relato muy enérgico y vivo, tal como su protagonista. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.