Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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SEP69. SEPTIEMBRE, de Nieves Martínez Menaya

Volver, volver, volver…. para qué volver de un verano en el que las chicas de la playa le habían llamado por su nombre. Volver, volver, volver… para qué volver a ese colegio en el que nadie le habló de los vasos comunicantes. Para qué volver; no volvería. No iba a volver a aquel colegio en el que todos sabían que calzaba un número pequeño de zapato, donde en la clase nadie se había percatado de que su voz no volvería a ser la misma; a ese en el que cada tarde, y a la vista de todos, su padre le esperaba puntual en una esquina. Volver para morder el polvo, para aprender cantando, para llenar el aire de absurdas letanías desgastadas. El viaje inútil a un mundo conocido…

…Uno de Septiembre. Volvería. Y volvió. Una vez más, frente a la puerta, se detuvo un instante, aspiró el aire fresco y girando hacia un lado su visera de American Patrol, comenzó a caminar, advirtiendo a su paso que el niño que él fue ya no le seguía. Por fin, todo iría a cambiar. Y sintió que de pronto ahora el mundo era suyo.

25 Responses

  1. Dejábamos atrás la infancia que no tardamos en añorar. Era duro el regreso a clase, sobre todo si quedó algo «pa septiembre».
    Bonita alegoría al disfrute de las vacaciones y a los enamoramientos pasajeros.
    Digno de ti.
    Un beso de la suerte.

  2. Qué rebeldía añorada en la distancia cuando atravesábamos todos el paso iniciático a la puta madurez. Y de qué manera más bonita escrito. Qué momento crucial el manotazo que gira la visera, verdadero momento en el que una vida de decisiones, miedos y placeres comienza su andadura.

  3. Ya te digo, ejemplo de lectura que reconcilia con el lector, ese que parte de lo leído y asciende impulsado por la magia que provoca ese momento con el que todo escritor sueña. Ese imperceptible movimiento de la visera , efectivamente, es el que marca en su intimidad esa frontera entre sus decisiones y sus miedos. Bonito dicho.gracias

  4. El olor a lápiz.Eso es lo que yo recuerdo. El olor del abanico de «chirlorita» que salía de la cuchilla del sacapuntas. Las caras nuevas; siempre había uno nuevo. Los bozos ya incipientes, los acnés, la desproporción de las narices, ya no eramos niños, qué feos nos veíamos. Y sobre todo recuerdo la mano en la oreja a modo de bocinilla del hermano Felipe que escudriñaba de entre los miembros del reestrenado coro, aquella voz discordante. Fue la mía y señalando con el dedo, primero a mí y luego a la puerta, me dijo, !tú fuera¡. Mis gallos me habían delatado. ¡qué trauma!.
    Nieves, este es el primer septiembre que no he tenido que volver al cole.
    Gracias por tu relato, me ha hecho recordar muchas cosas.
    Besos.

    1. Jesús, acabas de inaugurar un filón con el que conquistarnos con tus mejores armas. No lo eches en saco roto: tus experiencias en el cole.
      Tan mal cantabas? pues cuando cantas esas cosas que yo te he oído, tales como «el que ha nacido en Enero…», no lo hacías tan mal ( claro que… por lo bajines)
      Esperamos tu saga escolar , quedan dos meses. No le harías cabida en «cita con la muerte»? 😉

    2. Jesús, acabas de inaugurar un filón con el que conquistarnos con tus mejores armas. No lo eches en saco roto: tus experiencias en el cole.
      Tan mal cantabas? pues cuando cantas esas cosas que yo te he oído, tales como «el que ha nacido en Enero…», no lo hacías tan mal ( claro que… por lo bajines)
      Esperamos tu saga escolar , quedan dos meses. No le harías cabida en «cita con la muerte»? 😉

  5. Bravo,Nieves muy bien narrado metes al lector en el personaje. Yo estudié 5 años en W.S .U tan lejos y llevo tantos años sin poder visitarlo que la añoranza me consume poco a poca. Daría lo que fuera si pudiera visitar mi querida universidad aunque pudiera ser un día. Un fuerte abrazo, Sotirios.

    1. Eso me gustaría: meter al lector en el personaje. De momento me conformaba con eso.
      Ahora, como bien dices,no nos importaría volver a lo que antes considerábamos un infierno o un lugar en el que el niño se siente inseguro y frágil.

  6. Primero rebeldía, luego asimilación, adaptación, hacerse mayor. Escena nostálgica de una rabieta con la cabeza baja y los puños cerrados. Ese volver a la pelea en septiembre lo consigues sin excesos, con ideas que contagian, soltando una salida final de esperanza y ganas, que desahoga la angustia de lo que le espera. Bien, Nieves. Como siempre.

  7. Yo no tuve una gorra de American Patrol… Mi cambio fue dejar en casa en casa una ortopédica cartera de cuero y llevar los libros de la mano contra el costado, como hacían todos los mayores. Me gusta cómo has reflejado en tan pocas líneas esa difícil transición hacia la adolescencia, con lo difícil que es trasladar las sensaciones de esos momentos fronterizos de cambio, de nostalgia por lo que se acaba y por lo que se empieza.
    Saludos y suerte.

  8. Nos presentas un relato con el acierto y la sutileza a las que nos tienes acostumbrados,
    Su ritmo y cadencia pasan por esa etapa crítica de la adolescencia, plasmándola en tal poco espacio, de forma sencilla, profunda y entrañable.

    Autentico placer leerte siempre.

  9. Qué interesante edad para hablar de ella, tan llena de incertidumbres, miedos y momentos gloriosos. Tengo mucho que aprender hasta acercarme a reflejarla como se merece.Esto ha sido un intento, nada más. Un poco «churro», pero me había encariñado con el personaje.
    Gracias, Susana, por leer. Un abrazo: Nieves

  10. Como siempre, cierro los ojos y escucho tu relato. Qué cambio: te crece el cuerpo y se instala tu ego, ese que tendrás que pulir el resto de tu vida. Gran relato, Nieves, como acostumbras. Un abrazo.

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