Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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82. Silencio

Las manos rugosas y un silencio constante. Con sólo esas palabras se definía . Había cruzado  por el mundo como un suspiro, sin hacer ruido, intentando pasar desapercibida. Era  una mujer de rutinas: la leche, el pan negro, la verdura de la huerta, la loza sucia, los calcetines mojados, el tendal, las gallinas, el cerdo. Pocas palabras más necesitaba para definir su mundo.  No existía ni el descanso ni el rencor, nunca hablaba de deseo , de aspiraciones, de cambio. Su vida estaba escrita, no se había casado ni había tenido hijos, quizás se había enamorado en secreto, quizás,  durante el trabajo en la huerta, observaba  el humo de la chimenea de otro hogar. Un día contó que nunca había visto el mar.- Está demasiado lejos, decía.- detrás de esa montaña. No lo añoraba  porque no lo conocía. Si conocía el frio y la niebla matinal. Era una experta en  abrazar tras una caída tonta, y en hacer pasteles  para alegrar a la niña caprichosa. Una pompa de jabón se la llevó de repente, volando hacia el cielo. Eso le dijeron a la niña cuando pidió explicaciones de su ausencia. Nunca volvió a caerse pero  empezó a desear poder volar.

6 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Qué triste esa vida de sacrificios que uno acepta, en silencio, sin juzgarla y sin siquiera intentar alterarla. Me recuerda a esas mujeres que ¿vivían? para los demás y que se quedaban en la casa al cuidado de los padres hasta su muerte, solteras y solas, mientras veían como los demás volaban buscando otros aires. Nuestra amiga, al menos, tuvo a alguien que la echará de menos. Me ha gustado mucho, Lourdes.

  2. Hola Jesús si, es un homenaje a estas mujeres rurales que han dedicado su vida a los demás, con su amor han conseguido que otras ruedas se muevan. Se merecen un homenaje. Qué bien, has entendido perfectamente el sentido que quería darle al cuentito. Un abrazo.

  3. Bonito deseo para reencontrarse con una vieja amiga, para volver a sentir sus abrazos y comer sus pasteles.
    Me ha encantado la imagen de esa pompa de jabón elevando a los cielos a la campesina.
    Una vida dura, llena de privaciones, muy bien narrada.

    Un abrazo, Lourdes

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