Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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53. Surcos

Las piedras del camino restallaban entre el quejido de las ruedas. Por la pendiente del camino viejo de la cantera, madre conducía el carro, adormecida por las chicharras y la rutina severa de la guerra. Me entretenía nombrando los pájaros que sobrevolaban las arboledas, cuando se escucharon los gritos de un hombre pidiendo auxilio, un gemido lejano de sufrimiento y certeza.

– No has oído nada…¡nada!…¡mira hacia adelante…!- se enfadó madre sin moverse de su asiento, sin dejarme rechistar.

Una mirada última en la nuca me fusiló el alma. Ni mirlos ni grajos ni alondras. Tan solo me abrazaba el vuelo de la costumbre añeja, maternal, de mirar hacia otro lado. Las piedras del camino restallaban entre el quejido de las ruedas y dibujaban tras ellas surcos de silencios.

5 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Antonio, mansamente y con maestría nos llevas a una época donde casi lo único que esa madre podía hacer para sobrevivir y proteger a los suyos era callar y mirar para otro lado. Esperemos que el hijo no se conforme y, en su momento, pueda, libremente, conculcar esa miserable forma de vivir. Muy bueno. Suerte y saludos.

  2. Antonio Javier Álvarez

    Gracias, Jesús, por tu comentario. Creo que el silencio presente en el día a día de las personas, fundamental para entender la «intrahistoria» de nuestro país, merecía una incursión en este breve mundo. Certeramente, comentas la supervivencia y la miserable forma de vida, que veo como dos caras de la misma moneda. Difícil existencia para una generación que ha sido un ejemplo de adaptación (y lo sigue siendo aun hoy )manteniendo en ocasiones a hijos y a nietos. Esperemos que, como muy bien dices, estos vuelvan la cabeza. Gracias de nuevo y un cordial saludo.

  3. Antonio Javier Álvarez

    La historia de los silencios ha sido -y puede segiuir siendo- reveladora de aspectos que definen nuestro país. Como muy bien apuntas, Ana, el compromiso con lo humano por encima de ideologías ha tenido un precio tan terrible que el miedo acotó el libre pensar y actuar. Gracias por enriquecer con tu percepción el relato y un cordial saludo.

  4. Antonio Javier Álvarez

    Gracias, Calamanda, por tu comentario. En ocasiones muy concretas, las emociones y sensaciones se entremezclan y solo el silencio puede definirlas.

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