Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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91. Títeres (Barlon Mrando)

Cualquier día, a cualquier hora, sin previo aviso se nos caen las alas, dejamos de escuchar los grillos: se nos seca la niñez. Unas lentes invisibles se colocan ante nuestros ojos y nuestras piernas pierden la capacidad de saltar. Irremediablemente entramos en la crisálida. La mutación avanza con cada respiración y a nuestro alrededor desparecen todas las maravillas; las piedras son piedras y los palos, palos. A medida que nuestro cuerpo se desarrolla se va perdiendo la magia que nos vio nacer, y la involución nos hace previsibles y razonables. Como adultos cumplimos con lo que se espera de nosotros: tatuamos en el alma la ambición, la prisa y el miedo. Llegamos a ser dignos engranajes de la sociedad, el fin para el que fuimos concebidos.

Bajo nuestras camas todavía permanecen los monstruos de aquella infancia. No esperan que volvamos. No desean que volvamos. Solo observan, con sus sonrisas taimadas, aquello en lo que nos estamos convirtiendo. Porque, como ellos bien saben, sus planes se desarrollan a la perfección.

22 Responses

  1. Ohhhh, si es que eres poeta. Qué bonita descripción de la infancia (aunque sea en negativo). Aunque a mí me hubiera gustado más que esos monstruos de debajo de la cama fueran buenos. Me parece muy bueno, de todas formas.

  2. Ángel Saiz Mora

    No puedo estar más de acuerdo contigo y con el espíritu de tu relato. La gente menuda es la mejor, sin contaminar, con la capacidad de asombro intacta, inocentes y sin domesticar. Cómo nos estropeamos luego para convertirnos en adultos respetables, títeres de un sistema que mueve los hilos y nosotros danzamos. Cuando las piedras son piedras, y los palos, palos, malo.
    Original, tierno y profundo, Juanillo.
    Un abrazo y suerte, campeón

  3. Esther Cuesta

    ¡Qué listos los monstruos! ¡Y qué torpes nosotros, que nos creemos los dueños de nuestro destino! Me gustó muchísimo. Un abrazo

  4. Lola Pacheco

    Payo, me has puesto los vellos de punta, y mi reacción no tiene nada que ver con tu sexapil. Que esta noche voy a mirar debajo de la cama antes de acostarme. Espero no encontrarme ningún monstruo entre las pelusas.
    Para tu descripción de la infancia perdida, no tengo palabras. Si supiera tocar la guitarra, le pondría música, que es lo que se merece.
    Abrazos y suerte.

  5. María José Escudero

    Y nosotros pensando que somos nosotros. Pero quiero creer que nadie me lleva la mano para escribir que este relato es muy bueno. Mucha suerte.

  6. Cari Blázquez

    Duro ritual el del paso a la vida adulta! Qué pena no tener el botón de marcha atrás, aunque hay fugaces momentos…

  7. Pues tiene razón el narrador, que supongo que también es opinión del autor, pero de este no diré nada. Creo que has detectado algo que no sospechábamos pero es cierto, aquellos monstruos estos lodos. Un relato inteligente. Suerte.

  8. Mª Belén Mateos

    Magnifico relato, donde de forma prosada has ido desgranado nuestra perdida de la inocencia y nuestro comienzo a una realidad adulta llena de ambición y sin magia.
    Esos monstruos que aun se esconde debajo de nuestra cama y ya no los vemos, ni los sentimos, ni los tememos. Una pena.
    Felicidades por tan buena aportación a este mes.
    Un beso.

  9. Carlos

    Me ha gustado muchísimo. Esos monstruos de una infancia ya desaparecida que no desaparecen, que siguen ahí, debajo de nuestras camas, con nosotros para siempre…

  10. Has tocado un tema que me gusta especialmente, y del que he intentado explicar alguna vez con más o menos fortuna. Tu relato está rodeado de belleza por esas expresiones con la que construyes imágenes que a modo de diapositivas (el power point de finales del siglo XX) nos vas mostrando. El final apunta a que aunque no lo creamos, los malos tienen siempre un plan. Otro gran relato con el que he disfrutado. Mucha suerte 🙂

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