Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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33. UNA CANCIÓN DESESPERADA

A mi madre, Isabel Consuegra.
Un mes después del entierro volví a su casa. Debíamos recoger papeles, repartirnos algunas cosas entre los hermanos, donar la ropa y otros enseres y dejar arreglado el piso para poder alquilarlo. Dentro de los libros de poesía que siempre estaba releyendo aparecían fotos y flores secas. Entre las cajas de zapatos llenas de fotos, huérfanas de su mirada ya para siempre, aparecían poemas.
Pasaron un par de meses más hasta que una tarde de lluvia, de esas que invitan a la lágrima, me dio por hojear uno de sus libros de poesía, el de Neruda. Al abrirlo, compartiendo versos con hojas secas y pétalos prensados, apareció un pequeño relato manuscrito con su deficiente letra de posguerra. Estaba esperándome entre las páginas de una canción desesperada. La tinta todavía conservaba ese olor a madre que tienen las tardes de lluvia. Algún día, cuando esté preparado, tengo que leerlo.

17 Responses

  1. Juan Antonio

    Una bonita historia que gestiona una ausencia entre poemas, recuerdos y cartas. «Tinta con olor a madre que tienen las tardes de lluvía». Me ha encantado esa frase. Mucha suerte. 🙂

    1. Gracias, Salvador. Me ha salido un relato, en verdad, muy sentimental. Espero que no sea también muy «sentimentaloide», porque no era esa mi intención.
      Un abrazo y gracias.

  2. Hermoso Fran, creo que eso pasa cuando un ser amado se va. Siempre sentiremos que nos han quedado poemas por leer, como si hubiese un resto del alma que se va con ellos y hace imposible cualquier interpretación de la muerte. Un abrazo.

  3. La verdad que has conseguido transmitir toda la melancolía y tristeza que produce perder a una madre. Te felicito porque tu propósito lo has conseguido con creces y lo has hecho realidad esté o no basado en hechos reales. Entre los favoritos del mes.

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