Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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19. VERSOS DE PIEDRA

El señor Cándido era picapedrero y cada mañana emprendía el camino hacia la cantera a lomos de su burra.
Mientras picaba la piedra bajo el sol ardiente soñaba y, por la noche, después de cenar un guiso de patatas, escribía versos en un viejo cuaderno a la vez que atusaba su bigote.
El señor Cándido tenía una habilidad innata para escribir epitafios y todos sus paisanos le solicitaban cuando la muerte visitaba sus hogares. Él, muy serio les pedía que hablaran unos minutos sobre el difunto. Entretanto, él escuchaba y miraba directamente a los ojos del intermediario.
Además de crear los versos, el señor Cándido los esculpía con su cincel sobre la losa. Entrar en el cementerio era como abrir un libro de poemas.
Un día enfermó el artista y no pudo volver a la cantera, sin embargo, no le abandonaron sus musas y siguió esculpiendo con frases el alma de sus vecinos.
Una noche de luna nueva murió el Señor Cándido y la oscuridad y la tristeza se adueñaron del cementerio. Cuenta la leyenda que desde entonces las lápidas dejaron de llevar epitafios y solo una cruz impersonal y una fecha venían a romper la homogeneidad de la roca.

31 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Un hombre sensible, capaz de aunar la vida terrena con la del más allá a través del género necrológico que domina. El problema es que él, que hubiera merecido el mejor de los epitafios, no lo tuvo, y estos micros en los que se condensa una vida, tras su marcha dejaron de tener sentido.
    Un historia entre la leyenda y lo entrañable, encabezada por un buen título.
    Suerte y un saludo, Mercedes

    1. Ahí es donde quería llegar sobre todo Ángel, de ahí la tristeza y la oscuridad más profunda en el cementerio, él, se quedó sin su verso final.
      Gracias y mucha suerte para tí también en esa partida que tú si terminas muy bien siempre.

  2. antonio rodriguez daza

    Estupendo relato: Es muy significativo que el arte esté asociado a las cosas sencillas y cotidianas. Creo -como haces tú- que es la esencia de la belleza: naturalidad y emoción. ¡Me has animado a escribir!

  3. Mª Belén Mateos

    Un curiosa leyenda hecha historia. Un poeta en su Tierra Santa, un picapedrero con una gran alma para los versos y epitafios.
    Me encanta el título y como desarrollas el micro.
    Lástima que él se quedara en la oscuridad de un vacío de palabras.
    Suerte Mercedes, un beso.

  4. Calamanda Nevado

    Mercedes, una de las diversas huistorias que escriben almas sensibles, despues de ser imprescindibles para los demás, que les queda. Suerte y saludos

  5. Salvador Esteve

    El señor Cándido llenó de poesía el cementerio, y a su muerte éste se impregnó de un halo de tristeza y lanzó a la memoria colectiva su leyenda, qué mejor epitafio. Precioso, Mercedes. Abrazos.

  6. Me gusta tu propuesta, Mercedes. Original esa idea de un poeta de granito. Quizás, solo quizás, sobre ese párrafo de esculpir con frases el alma de los vecinos, así como ese «cuenta la leyenda», es decir, no desviar la atención del lector, no desviarte del conflicto. No sé, pero vamos que me ha gustado.

  7. JAMS

    Muy curioso, Mercedes… tuve casi el mismo relato en preparación. Aunque mi personaje era enterrador y el cierre del relato era el epitafio que el mismo se había preparado. Suerte.

  8. Al final procedemos todos del mismo acervo genético Jams, no es extraño que las ideas vayan, vengan e incluso se repitan. De cualquier modo, tu misteriosa historia de la rosa y el crucifijo no ha dejado indiferente a nadie y así has dejado al Señor Cándido libre de competencia jajaja.
    Gracias por leerme.Un saludo Mediterráneo.

  9. Virtudes Torres

    El señor Cándido no necesitaba de ningún epitafio. Por sí solo lo había conseguido a base de golpear una y otra vez los de los demás.
    Seguro que todos le recordarían cada vez que leyeran el que les confeccionó para su familiar.
    «Cándido, todos te recordaremos» podría muy bien ser el suyo.
    Un beso. Suerte.

  10. Eso es Virtudes. Cada vez que alguien golpea una piedra y la coloca en un edificio. Cada vez que alguien se atusa el bigote mientras piensa. Cada vez que un paisano pierde un ser querido, ahí está el espíritu del Señor Cándido.
    Un beso grande Virtudes. Buenas noches.

  11. Gracias Anna a mi me ha gustado esa foto de tu perfil en escala de grises. Como acostumbro a hacerlo todo con muchos colores me ha has transportado a un tiempo en el que el color estaba implícito en la sonrisa del retratado. Gracias, por TODO.

  12. J. Ignacio

    Solitario quizás, pero siempre solidario. Lástima que el final fuera tan triste en ese cementerio que él llenó de poesía y que sus poemas tuvieran que irse con él a la tumba, dejando tras de sí entorno tan desolado y, posiblemente, tan distinto de lo que él hubiera querido.

    Hermoso y profundo, mucho más de lo que puede parecer a simple vista. De lo mejorcito que se ha visto este mes por aquí. La verdad que llega muy dentro.

    Toda la suerte del mundo con tu relato, de todo corazón. Seguro que si el Sr. Cándido pudiera leerte, se atusaría el bigote intentando disimular un poco la sonrisa de gratitud por el homenaje que aquí le has hecho.

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