01. OBJETIVO CUMPLIDO
El entusiasmo llegó con las primeras explosiones del fuego de mortero. Los periodos de tregua solo servían para retrasar el regreso a casa. Tras dos semanas de una insoportable calma, querían abandonar las trincheras. Avanzar. Cumplir la misión de tomar al asalto aquella colina y marcharse a casa. Recuperar la normalidad de sus nombres y sus vidas. Ser recibidos por los vecinos de la ciudad y que la banda municipal de cornetas tocaran el himno nacional en su honor, atragantados por la emoción de considerarlos héroes.
Pero, con esa precipitación que despiertan a veces los retornos y la niebla de las detonaciones cercanas, algunos olvidaron los cargadores, y otros saltaron hacia el lugar equivocado. Solo se cumplió una parte del sueño de todos ellos, cuando sonaron los compases solemnes en las calles de Jacksonville, al paso de aquellos catorce ataúdes iguales.
A no ser que deserten, o sean declarados desaparecidos, los soldados tienen tres formas de volver: sin pena ni gloria, como héroes, o en un ataúd, que es el caso de estos malogrados seres humanos, a quienes les hubiera gustado regresar, simplemente, como era su auténtico objetivo, o mejor aún, no haber tenido nunca que ir a arriesgar sus vidas por esa querencia a la violencia y a la locura, tan peligrosa y latente, que parece que nunca aprendemos a superar del todo.
Que retorno tan intenso para una convocatoria que habla de regresos y/o calores.
Un abrazo, Juan, con cariño y agradecimiento