Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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02. Sin color (Eva García)

Abre un ojo: a escasos palmos un reguero escarlata  y otro blanco se funden en rosa, como la mantilla que tejió para su  bebé cuando todos le deseaban  un varón, como sus sueños de princesa truncados por el tiempo, como la ubre enferma de la Marela.

Rosa, como su madre, que insistió en que encontrara un hombre, porque una mujer sola no es nada ni es nadie. Su hombre, que fue a la taberna hace horas a llamar al veterinario, que siempre se entretiene, que nunca está, que volverá de madrugada dando traspiés creyéndose más hombre todavía.

Abre el otro ojo. La pezuña agresora reposa ahora inocente junto a la cántara vertida: sólo se ha defendido del dolor, como ella, dócil, jamás hizo.

Rosa, como su niña que huyó de la aldea para estudiar y tener un futuro, el charco ya alcanza su mano y enmarca sus dedos. Le duele el pecho, la cabeza, no puede moverse.

Cierra los ojos: la noche borra la ventana, el camino y su silueta acurrucada en el suelo, borra la esperanza de que alguien llegue para evitar que se desangre, borra su consciencia.

Rosa, el alba tiñe de paz, por fin, su rostro cansado.

39 Responses

  1. María José Viz Blanco

    Triste y bello relato, sin duda. La tragedia de la mujer rural que está cansada de aguantar calladamente y de sufrir. La muerte como descanso. Esa última frase encierra todo el significado del texto: «Rosa, el alba tiñe de paz, por fin, su rostro cansado».
    Enhorabuena y saludos.
    María José

        1. Está desarrollada, adornada y ficcionada,pero, sí, hace ya bastantes años de ello y ahora ha venido a inspirarme. Cuando le pregunté a mi marido, después de que leyera el relato, qué le recordaba, también le vino a la mente. En aquella ocasión la mujer no murió pero si salió herida y, sobre todo, hicimos caso omiso al marido (que estaba presente) y nos insistía en que miráramos la herida de la vaca y dejáramos a su mujer (diabética y mayor) allí, sangrando, medio desmayada, a la que sacamos de la cuadra y logramos sentar en una silla, mientras tanto. Flipante.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Hermoso relato. Una vida de trabajo, sufrimiento y soledad que llega tristemente a su final evocando las circunstancias de ese camino hacia la paz.

  3. En esta convocatoria coincidimos en el perfil de nuestro personaje principal, y creo que no seremos los únicos, la diferencia está en el sentimiento y la magia de tus letras. Haz una medalla más y cuélgatela ya, que te la mereces.
    Besos y suerte.

    1. Hay muchos otros aspectos de la mujer rural que por lo que veo no están aflorando. En realidad, como decía a Mª José, la idea del relato proviene de una anécdota propia: una vaca con la ubre herida por el mordisco de un perro, una mujer diabética pateada por ella, y la elección de su marido con el veterinario presente. No te lo creerías.
      Yo no soy de medallitas, jhaja.
      Besos y gracias.

  4. Ángel Saiz Mora

    La leche y la sangre se funden en el nombre de la protagonista, una sufridora que dejó atrás sus sueños de princesa, aleccionada para la docilidad en un entorno donde dicen que una mujer no es nada ni nadie, abocada a convertirse en sirvienta de un indeseable, sin otro porvenir posible. Al menos, su hija tendrá la oportunidad que a ella le negaron.
    Un relato lleno de fuerza, en el que la empatía es inevitable.
    Un abrazo, Eva. Suerte

    1. Me llama la atención que penseis que Rosa es el nombre de la mujer. En realidad el nombre de esta mujer no aparece en el texto, como un dato más de su ‘poca importancia’ (también tengo anécdotas sobre eso): Rosa era su madre y su hija, rosas eran sus sueños y la mantilla y la ubre y la mezcla de sangre y leche como bien dices. Y rosa es el alba. Mal me he expresado entonces. Gracias Ángel, un beso.

  5. Hola Ana: Como le digo a Ángel, ella no se llama Rosa…al menos he intentado que así fuera. La coz no sé donde se la ha dado, probablemente en el pecho y al caer se ha golpeado la cabeza. En las aldeas no hay médicos (a no ser que vivan en ellas), al menos en las aldeas en las que yo estaba pensando, las que me rodean. Fíjate que mi hija, que vive en la era de la comunicación, entendía que el veterinario estaba en la taberna y por eso iba el marido a buscarle allí: en realidad, antes el único teléfono de los pequeños lugares estaba en estos centros de reunión, al menos en eso estaba pensando yo al escribirlo. Me alegra que te guste y muchas gracias por tu comentario. Besos.

  6. Una trágica historia narrada con suma belleza. Extraordinario ese juego de mezclas de colores entre el rojo escarlata y el blanco, la sangre que mana de la protagonista y la leche de la vaca que solo hizo lo que ella nunca se atrevió a hacer con quien le hacía daño. Un color y un nombre que engloba toda su vida y del que se libra en el momento de su merecido descanso. Me ha parecido un escrito fantástico, felicidades, Eva. Un beso.

  7. MªBelén

    En tono poetico expresas el dolor de un instante y de toda una vida. El color rosa como protagonista de la historia de esta mujer anodina, sufridora, dócil y anulada.
    Va sintiendo como la vida se diluye igual que la sangre y la leche. Muerte tranquila tras una vida que nunca fue vivida.
    Me encanta el penúltimo párrafo: «…La noche borra la ventana, el camino…»
    Fantástico relato, hay historias que merecen ser contadas y tú lo has hecho con el arte de tus letras.
    Un beso Eva.

  8. Salvador Esteve

    La familia, las circunstancias, la época, encauzaron el camino de esas mujeres luchadoras que, poco a poco, siembran con sudor y sangre su paso por la vida. Precioso y poético relato, Eva. Abrazos.

  9. Enrique

    Son muchas las mujeres de cierta edad que se lamentan de haber venido al mundo solo para trabajar y sufrir. Creo que con este magnífico relato has mostrado esa realidad, a lo largo de toda una vida, de una manera certera, sensible y bella.
    Me gusta mucho tu modo de escribir, Eva.
    Saludos

    1. Gracias, Enrique, por ese piropazo que no esperaba y me hace levitar este domingo :D. Muchas mujeres no se lamentan, se resignan a cumplir el rol que creen que la vida les ha asignado. Aunque hoy en día no nos entre en la cabeza, aún existe una generación que ha vivido así. Un abrazo.

  10. Yo no sé si se llama Rosa o no. Quizá en la primera lectura sí creí que era su nombre por iniciar el párrafo en mayúsculas. Da igual el nombre porque esa mujer que fusiona en colores se torna monocromática en blanco y negro.
    Qué bueno, Eva.
    Felicidades, rebonita.

    1. Muchos puntos y aparte,seguidos, comas y dos puntos han bailado entre las palabras del relato el último mes, muchas palabras recortadas y retocadas, que a veces llego demasiado pronto a las doscientas y hago malabares. Mi idea era que se aferrara al color, que fuera lo último que viera, que su madre y su hija se llamaran Rosa. De cualquier modo, una vida incolora que se apaga sin pena ni gloria, pero sin la cual el mundo no seguiría sus engranajes. Gracias Towi.

  11. Precioso relato, frases cortas que cuentan mucho cada una. Has conseguido aatraparnos y sentir como se le escapa la vida a la protagonista, como si se nos estuviera yendo a nosotros también. Cuántas mujeres invisibles como ella han poblado nuestros campos.
    Gracias por dejarnos un relato tan especial y tan bien contado.
    Besos

    1. Hola Nani. La vida puede ser dura en cualquier parte y para cualquier hombre o mujer independientemente del lugar dnde le toque vivir. Yo que emigré, llevando la contraria,de la ciudad al campo, pienso que en determinadas épocas y según la historia avanza, todo sigue teniendo sus inconvenientes y sus ventajas. Un besazo, guapa.

  12. ¡Qué preciosidad de relato!
    Me encanta como nos va llevando por toda la vida de la mujer, dura vida (con la única esperanza en el futuro de su hija), y cómo nos cuentas las cosas sin contárnoslas («como ella, dócil, jamás hizo»).
    Me uno a los aplausos de los comentarios anteriores.
    Un beso.
    Carme.

    1. Muchas gracias Carme. Tu comentario es otro premio a añadir en la lista. Eso de contar y decir las cosas sin contarlas ni decirlas debe ser muy mío, mucha gente que me conoce a veces protesta por ello, jajaja. Un beso.

  13. Eva, qué muerte más dura, casi, casi como su propia vida. Qué desazón, hija, en menos de 200 palabras has pintado una escena ¡tremenda! la he visto y me la he creído.
    Enhorabuena y ¡suerte!
    Un besote.

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