101. QUÉ LLUEVA, de Ranita
La brisa me decía que venías. Nada lo impediría. Tu presencia ya era inminente en el aire, en el clamor del termómetro, en mis venas. Mil hojas arrancaron su danza de la lluvia impelidas por el viento cómplice, caliente, feroz. Un torbellino de tierra seca y mil colores se mandó sin aviso por el aire anunciándote precoz.
Y tú nada. Sólo calor rabioso y desconcierto. Una calma obligada por esa temperatura fatal nos aplastó contra los árboles terminando asustados los poquitos de agua mineral que teníamos de reserva.
Lagartijas desesperadas buscaban rincones mas ventilados entre las raíces y los tronquitos caídos. Nada más que llegaras… un camino de hojas multicolores se descubría para ti. Gotones que nos das como primer regalo. Gracias amiga. El placer del agua lenta y fría por los huecos de las enramadas… luego más y más fuerte hasta colmarnos con tus cascadas de plata.