102. No todos fueron valientes (Montesinadas)
Nunca se consideró digno de que alguien lo recordara, ni vivo, ni muerto. Se acostumbró desde niño a esconderse, a caminar pegado a las frías paredes de los orfanatos de su infancia para evitar humillaciones, a transformar su cuerpo en cobijo y retiro del mundo y de los que lo habitaban. Jamás se enfrentaba a nada y se convirtió en un experto de la huida que detectaba el peligro en la distancia del tiempo y del espacio.
Se esforzaba en pasar inadvertido, corría entre la niebla si escuchaba gritos de alguien que pudiera estar en peligro entre los callejones del astillero. Cuando llegó el tiempo de las huelgas salvajes se hacía el herido y se arrinconaba entre las sombras trasatlánticas.
También quiso escapar de su propia vida y consiguió subir al gran barco. La pericia de su cobardía le valió para anticiparse a todos. Entró en el camarote 115 se disfrazó y subió de los primeros a los botes salvavidas donde el marino gritaba “las mujeres y los niños primero”.
Cuando alejados del Titanic que se hundía por la popa, se quitó la peluca en un descuido, las demás mujeres, sin dudarlo, lo arrojaron a la oscuridad del mar.
Pobre hombre, qué mala suerte, hasta el último momento de su vida.
Muy bueno
Un relato lleno de humor negro. Me has hecho reír en medio de la tragedia con ese final trasvestido. Has sido muy original enumerando situaciones sociales en las que se requiere a un ciudadano valiente, como en lo de las huelgas salvajes. Uno de tus habituales regalos a la familia enteciana. Abrazos, Manuel XD
Un cobarde integral, ademas de un ser insolidario, que merece ese trágico desenlace. Seguro que nadie llorará por él. Muy buen texto con un título cinematográfico más que acertado, con referencias cinéfilas.
Suerte y un saludo
Tanta tensión hizo que al final bajara la guardia. Y tenía razón ara vivir así si nos atenemos a los hechos. Le salió caro.
Me imagino a tu prota como un pilluelo de la época de Charles Dickens, a lo Oliver Twist, esquivando la mala suerte hasta que al final ella le encuentra.
Muy buena historia.
Mucha suerte.
Saludos.
Manuel, has perfilado muy bien al personaje y resuelto el final hasta el extremo de que el lector tenga simpatía por las mujeres que lo arrojan al mar. Sospecho que en el bote iban señoras más que mujeres. ¿Qué tal si suprimes la primera frase? Para mí desentona, pero ya sabes. Suerte y que no te arrojen por la borda a fin de mes.
Hola, Monte.
Yo, además, le hubiera atado un pedrolo al cuello… ¡Vaya impresentable!
Al principio, le tomé cariño por esa infancia difícil, pero se me ha pasado pronto el afecto.
Me gusta, muy bien dibujada la personalidad del individuo.
Besos y suerte.
Manuel, muy buen relato narrado cinematograficamente. Las descripciones del personaje hacen que incluso nos alegremos de su final.
Un abrazo
Has imprimido a su esencia una miseria tan pesada y pegajosa que le ha sido imposible escapar de ella. Vida mísera y personaje miserable, con todas sus acepciones.
Una persona que ha sufrido tanto en los orfanatos, con un tremendo complejo de inferioridad, «Nunca se consideró digno de que alguien lo recordara, ni vivo, ni muerto»… A alguien que ha recibido tan poco no le podemos exigir apenas nada. A mí me provoca sentimientos encontrados. Sí, es un cobarde, pero la vida ha sido muy injusta con él.
Habría mucho que hablar. Un personaje muy interesante el que has creado, Manuel. Suerte y saludos
Un especialista en pasar desapercibido hasta el descuido final, claro. Muy buena historia y narrada con un ritmo trepidante.
Suerte y abrazos
Uf, qué final! Tanto esfuerzo para acabar en el mar. Me gustó mucho tu relato Manuel, espero que tengas mucha suerte.
Otra historia más de las muchas que pudieron transcurrir en este barco. Y muy original enfoque por cierto. Yo no condenaría tan a la ligera al protagonista, verse en semejantes circunstancias supone no saber como se va a reaccionar. Vestirse de mujer fue una buena idea, la mala fue quitarse la peluca antes de tiempo.
Muy buen relato.
Abrazos
Manuel, en una primera lectura aplaudí a las mujeres, pero el no considerarse digno y las penurias de su vida han hecho que el personaje me produzca un sentimiento de ternura. La cobardía es una reacción muy humana. Me ha parecido un excelente relato. Abrazos.
Un personaje muy humano. En semejantes circunstancias se salva el que puede y el hombre ya llevaba demasiado tiempo sobreviviendo. Un relato estupendo -como siempre-.
Mucha suerte y un saludo.
Lástima que viva en un cuerpo que no le gusta, lástima que tenga esa vida tan inhumana. Vale que se transforme, que viva una vida diferente, pero no me vale que además sea un cobarde.
Por unos momentos he sentido mucha pena.
Saludos.
Como te decía en tu blog, hay una cobardía loable, que se llama supervivencia. De valientes, los cementerios andan llenos, y sobre los cobardes nada se escribe..hasta ahora, cuando un gran microrrelatista le hizo ponerse una peluca, que naufragó en un mar helado de inconprensión femenina.
Un cordial saludo.Precioso ese relato
Manuel, nos implicas en tu historia hasta el punto de hacernos dudar si merece morir o seguir luchando. Suerte y saludos
La verdad Manuel que la primera vez que lo leí pensé que merecia ese final. Pero reconozco que tras leerlo un par de veces, porque me ha gustado mucho, voy tomándole cariño y pensando que bastante arrastraba ya el pobre miserable para encima morir así, cuando creía que se había salvado.
Una gran historia, abrazos.
Muchas gracias a tod@s por vuestra generosa lectura y por tan atentos comentarios. Gracias de verdad.
Se puede ser cobarde en algunas cosas, pero en esto no. Se lo tiene bien merecido.
Saludos y mucha suerte.
Realmente un personaje que se queda, da pena, no por su cobardía, sino por su miedo desde siempre y a todo. Eso no le srvió finalmente de mucho, Siempre existe el momento de la verdad, donde menos se espera.
Me gustó el ritmo y las descripciones, buena atmósfera y tempo.
Suerte y abrazo.