11. Hombrecitos
«Soy una hormiga», musita Jaime con la mejilla contra el suelo. Una hormiga. Pequeña, frágil, perdida e inútil sin el rastro de las compañeras. El brazo retorcido duele, las rodillas desolladas escuecen.
Escucha las risas, imagina la boca preparada para escupirle: «¡Más alto!»
Y Jaime aprieta la mandíbula con la fuerza de una hormiga, y piensa en todo el peso que puede levantar y en el ácido que inocula al morder. Y después da una patada que coge desprevenido al Jirafa, se pone en pie y grita: «¡SOY UNA HORMIGA!», y le hace la llave que aprendió el viernes en judo y le inmoviliza. Y aparecen hileras negras de todos lados. Miles, millones, uniendo su fuerza descomunal para agujerear la piel lechosa del Jirafa, cubriéndole con una capa viva, negra, brillante, ahogando su furia al inundar su boca, sus oídos, sus ojos. Y Jaime se siente el dios de las hormigas, porque han acudido a su llamada para salvarle. Y, por primera vez, es gigante.
«Soy una hormiga». Y nota las babas en la nuca y el asco le recorre: por el Jirafa, por sí mismo, por este mundo de mierda donde el pez grande siempre se come al pequeño.
Es curioso y no me resisto a contártelo. Al leer el tema propuesto pensé en hacer un relato de estructura similar al tuyo, de hecho, llegué a esbozarlo, solo que finalmente me decanté por otro diferente. Lo que relatas en tu párrafo en cursiva no era solo deseo e imaginación en el mío, sino que realmente sucedía y lo cambiaba todo. Otra diferencia fundamental y acertada en tu historia es que las dos últimas líneas no hacen sino confirmar una realidad tremenda que no podemos soslayar, aunque bien quisiéramos que fuese de otra manera.
La maestría de tus palabras transmite fuerza e impotencia, no dejan indiferente.
Un abrazo y suerte, Eva.
Hombrecitos. Muchos más pequeño el Jirafa gigantón que la Hormiga del suelo. Gigante, tu relato y la sensación de impotencia que produce.
Hola Ängel. El relato inicial tenía casi trescientas palabras y el párrafo en cursiva era realidad mágica y hasta Jaime noble y generoso liberaba al Jirafa del ataque con el que aprendía la lección… pero al ir recortando frases también recorté magia, nobleza, finales felices… y quedaron la realidad y un sueño. Gracias por contármelo. Yo tampoco pensé en darle esta estructura cuando lo empecé. Un abrazo grande.
Gracias Edita. Tan pequeños y tan grandes se cree el uno y se imagina el otro. La ley del más fuerte, y la cada vez menor unión que hace la fuerza. Un abrazo gigante.
Magnífico, Eva. Me cuesta mucho escribir relatos de este tipo, de denuncia o compromiso, y me admiro de ver muestras como esta, de diez en su fondo y maravilloso en su forma. Enhorabuena y gracias. Un abrazo.
Caramba, Enrique, me halagas. Muchísimas gracias por tu comentario. Me voy a la cama con una sonrisa de satisfacción. Un abrazo grande.
Qué genial paso de hormiga a gigante, Eva. Un paréntesis maravilloso en mitad de la agresión. La decisión, la fuerza y el valor del grupo podrían convertir a los hombrecitos en un gigantón. Una estructura genial para un maravilloso relato. Suerte y abrazotes, Eva.