119. Turistas y otros miedos (Montesinadas)
Giro la cabeza, me vuelvo y el guía no está en mi campo de visión, ha sido sólo un segundo, menos diría yo. De pronto, devorada por la muchedumbre que camina entre las callejuelas no localizo a ninguno de mis compañeros de viaje. Acelero, tropiezo, rompo una chancla y empiezo a angustiarme, siento que todos los ojos comidos de raza me atraviesan, conocen mi miedo y mi extravío. Veo el sombrero Indiana Jones de Carlos doblando la calle dos laberintos más abajo. Corro. Ahora, un burro repleto de sacos casi me aplasta, los niños corren entre mis piernas y rompo la otra chancla. Intento salir de esa ratonera velada de turbantes, tuerzo. Una calle aún más estrecha que termina en otro callejón sin salida y una plaza. Fieles descalzos entrando a la mezquita y un extraño que me persigue, camino más deprisa, todo lo rápido que puedo, descalza, y él cada vez más cerca, casi me toca, me atrapa, tira del vestido de gasa y grito.
Despierto en la habitación del hotel sudada, con la garganta seca. Él sólo tendrá que esperar agazapado en el laberinto de calles a que vuelva a dormirme.
Un sueño muy real, cuando el miedo mora en el subconciente.
Muy bueno. Un abrazo y mucha suerte.
Magistral transmisión de angustia y temor, con la amenaza de un nuevo sueño como remate.
Me gustó, Manuel.
Suerte y abrazos.
Manuel, inquietante relato, has mezclado en tu laberinto la atmósfera de suspense de Hitchcock con el final terrorífico de Freddy Krueger. Muy bueno. Abrazos y suerte.
Manuel, un buen juego entre la realidad y el sueño, que cuando viaja al extranjero y según a que países, puede marcarle una pesadilla como estas.
Buena narración.
¡Suerte con el concurso!
Abrazos.
Indiana Jones y Marion corriendo por las callejuelas de El Cairo, mientras en Elm Street un tipo con jersey a rayas se relame…
Montesinos, gran relato que nos retrotrae a nuestros miedos primigenios que últimamente viajen en clase turista, entremezclados con una irresistible visión cinematográfica.
Bien sabes que yo no se nada de cine de autor, ni del movimiento Dogma de Von Triers, ni de Truffaut, ni de Nouvelle Vague, ni del Neorrealismo Italiano, ni de John Williams o Ennio Morricone…
A mi dame cine de calidad tipo «Caray con el mayordomo, que largo tiene el maromo», o «Me fui al baño y me zumbé todo un rebaño » ( existen, lo juro!)…
Para mi gusto tu relato es potente, digno de tener una grandiosa banda sonora mientras se lee…
Un abrazote bien gordo, que crujan las costillas, man.
Le ponemos una de Bernstein y andando, claro que las de Willians son más pegadizas. El relato es muy visual, con ritmo y muy atractivo. Creo que lo mata un poquito el que sea un sueño, algo ya demasiado usado. Pero aún así sigue siendo un buen trabajo. Mucha suerte.
Abracísimos.
Uyyy, qué buen relato. Casi hasta me veo corriendo por esa Medina de Fez. Qué manera de escribir, compañero. Muchas felicidades!
Que recorrido mas angustioso el de tu protagonista,transmite ansiedad y miedo.Muy bien descrita la escena,nos traslada con facilidad a esos mercados de Marrakech llenos de variopintos personajes en los que si te pierdes no veas que mal rato pasas, ( lo sufrí en mis propias carnes ).Pero el caso es que como todo fue un sueño no hay peligro.
Un abrazo
Manuel, he recorrido esas callejas con ansiedad y sentido su miedo; lo has contado muy bien. Suerte y saludos
Hola, Manuel, un ritmo trepidante que nos lleva a empujones y tirones por esas callejuelas de la Medina. Intenta encontrar la salida, algún indicio que la guie con sus compañeros, y lo que haya es un acosador con intenciones oscuras. Cuando se despierta, no es con alivio, sino con la certeza de que el peligro se vuelve omnipotente, ya que este parasito onírico la estará esperando, en una de las esquinas oníricas del laberinto de la mente.
¿Un sueño? El despertar en el hotel creo que ha sido un acierto porque no desvela si en verdad ha sido un sueño o una vivencia. Una vez más has sacado la chistera para regalarnos un relato lleno de magia. Aquí me quedo dando vueltas entre tanto turbante buscando el camino hacia un hotel de carretera.
Me encanta el relato. Y si ya tenía mis miedos a andar por esas calles, ahora sí que no me arriesgo a visitarlas.
Suerte.
Un relato en el que flota la soltura, que transmite una angustia tan real que se me han quitado las ganas que pudiera tener de participar en un viaje organizado.
Suerte y un saludo
Manuel agobio hasta el final. Buena descripción de una angustia, creo, sentida por muchos. El no verte en tu entorno es malo, pero en un espacio nuevo es la leche. Muy conseguido.
suerte, un abrazo.
Otros lo han dicho, y yo lo repito, se impregna (casi se palpa) la angustia del personaje y esa incursión por las callejuelas en las que se pierde, muy bien lograda la narración y se siente el alivio de saber que era un sueño. Muy bueno, suerte.
Saludos.
Nos presentas la historia con un ritmo trepidante, sin descanso para la tensión que nos contagias. Sudamos, corremos con ella,como si estuviéramos sumergidos en un video juego; me daban ganas de prestarle mis chanclas!! Me gusta el final, con ese agazapado en el inquietante mundo de las pesadillas. Mucha suerte Manuel, y un abrazo temblón.
Muy buena descripción de tu sueño. Has logrado una pesadilla angustiosa e inquietante.
Suerte
Aprovecho este hueco para daros las gracias a todos los que habéis leído y comentado sobre esta aventura narrativa en pequeño formato sobre turistas y otros miedos. Me alegra que os haya gustado, cierto que el sueño suele ser un recurso fácil en ocasiones, pero la sensación de tener al personaje escondido en tu mente lleva las cosas más allá o la menor se intentaba. abrazos a todos y a disfrutar. Poco a poco os iré leyendo que es un placer.
Saludos
Es un relato en el que sabes transmitir la angustia, esa que hemos sentido en ocasiones parecidas (yo perdí a mi niña de seis años en Ceuta, apenas tres minutos, terrible, como lo cuentas tú). No entiendo la frase «todos los ojos comidos de raza». No me gustan los finales en despertares. Es un buen relato de miedo.
Unas vacaciones más que angustiosas. Aunque sea en sueños parece bastante traumático perderse entre callejuelas en un lugar desconocido.
Si le pones música inquietante de peli de Hitchcock casi sale ‘El Hombre que sabía Demasiado’.
Suerte.
Maestro Montesinos. Disparas a lo más profundo del subconsciente y nos hablar (y transmites) la angustia del miedo. El redactado le imprime un ritmo certero y respecto al final coincido en que esta vez el despertar no lo desluce porque deja en el aire cuanto de real hay en ese sueño. Mucha suerte 🙂
Precioso, me ha encantado.
Has trasmitido muy bien esa angustia de tu protagonista.
Un abrazo
¡Qué buen relato! Angustioso, agobiante, laberíntico… te hace meterte en la piel de esa turista y de ese maremagnum de gente y cosas que son las medinas, cuajadas de callejuelas estrechas y laberínticas.
Me ha gustado mucho
Enhorabuena!
Saludos
Marta