13. LA MALDICIÓN (Sara Lew)
Después de robar los tesoros del faraón, mi vida dio un vuelco. Dejé de ser yo mismo. Al principio lo atribuí a aquel escarabajo azul que se me metió por el oído cuando abrí la cámara secreta, aunque luego constaté que, a pesar de verlo continuamente por el rabillo del ojo, era inofensivo. Más tarde recordé el aliento azufrado que me soltó la momia cuando destapé el sarcófago, pero la quemazón y las náuseas no tuvieron mayor consecuencia. Por eso no entiendo esto que me ocurre. Siempre fui un egoísta sin escrúpulos. Cuando delegué en mi aprendiz el honor de leer las inscripciones de la tumba en voz alta y el infeliz ardió espontáneamente, me alegré de mi previsión y cautela. Arrimado a las paredes con el zurrón lleno mientras el suelo se agrietaba y mis secuaces caían al vacío, yo solo pensaba en que ya no tendría que repartir el botín. Y ahora, quién lo iba a imaginar, la lujosa mansión que adquirí tras vender en el mercado negro las joyas y las estatuillas se ha convertido, a mi pesar, en un refugio de animales. No puedo parar de rescatar gatitos abandonados.
Este arqueólogo con escasos escrúpulos, más preocupado de su bienestar económico que de los descubrimientos que pueda aportar a la Humanidad, ha esquivado todos los inesperados peligros que acompañaban la profanación del descanso de un faraón, pero finalmente ha adquirido una dependencia respecto a los felinos. Podría haber sido peor y, al menos, los gatitos agradecerán su acogida, aunque sea u n poco enfermiza
Un relato original e interesante, que muestra que todo tiene un precio, esa contraprestación es necesaria para que exista equilibrio.
Un abrazo, Sara.
Suerte
Esperemos que con el tiempo comprenda que el precio que paga por su egoísmo no es una maldición, sino todo lo contrario.
Gracias por comentar. Un saludo.
Obviamente la diosa Bastet (esa que tiene cara de gato), en vez de castigarlo por la negativa,lo hizo por la positiva… A mi entender la sacó barata a la maldición el tipo… quizas para nosotros no sea una maldición (quizás todo lo contrario), pero para alguien tan torcido e inescrupuloso como él debe ser terrible sentir esa compulsión a actuar así, tan a contramano de su propia maldad…
Me encantó el micro, SARA,por lo bien escrito y por recordarme una compulsión mía de hace unos años atrás: leer novelas ambientadas en el Antiguo Egipto.
Cariños,
Mariángeles
La mejor «maldición» para alguien como el protagonista es el altruismo.
Y sí, yo no sé que tendrá el Antiguo Egipto que atrae tanto…
Gracias por comentar, Mariángeles.
Un saludo.