122. COMO PERRO Y GATO (Concha García Ros)
Los ronroneos al oído eran su debilidad, junto a esos andares sigilosos a los que no se acostumbraba, hasta el punto de sobresaltarse al descubrir que estaba allí, a su lado, cuando la creía en cualquier otra habitación de la casa.
A Pedro le gustaba olfatear su ropa, abandonada en el butacón, después del largo día. La veía estirarse panza arriba sobre la cama y salivaba sólo de pensar en tocarla. Al principio le gustaba ir de acá para allá trayendo todo lo que ella le pedía. Cuando le increpaba por cualquier nadería él agachaba la cabeza y una profunda tristeza le dominaba.
Con el paso del tiempo la vista de Pedro se aguzó, a fuerza de tratar de abarcar un mayor ángulo de visión y prevenir los descontrolados ataques de Martina, cuyas uñas eran cada vez más afiladas. No llevaba nada bien lo de los arañazos. Le costaba soportar sus chillidos histéricos que percibía con gran intensidad.
Un día, ella, como buena gata, le dio el zarpazo definitivo. A lo que él, como buen perro, respondió con una mordida que resultó letal.
Ahora, los vecinos escuchan los aullidos lastimeros de Pedro todas las noches de luna llena.
Hola, Cocha.
El perro, perro y la gata, gata, tendrían que terminar como han terminado: con el imperar del fuerte. Pero, ah, amiga, el perro se arrepiente, lo que ocurre es que tarde; pero, bueno, se arrepiente y eso le redime. Besos.
Hay muchos tipos de violencia, pero todos con resultados fatales. Arrepentirse sólo sirve si en el futuro no se continúa igual. El daño hecho, hecho está.
Gracias por tu comentario. Un abrazo
Hay gatos y perros que se llevan razonablemente bien, hasta disfrutan de la compañía mutua. En cambio, otros sólo se soportan si uno de los dos aguanta con estoicismo; cuando esto no sucede, el choque puede ser tremendo, a veces, con fatales consecuencias, nunca del todo justificadas.
Un relato sobre animales y personas, sobre personas que acaban por ser mucho peores que los animales.
Un abrazo, Concha. Suerte
Hola, Ángel, desde luego, como bien dices no se trata de aguantar. Mal asunto cuando uno manda y otro obedece. Un abrazo, compañero.
La naturaleza distinta de animales aparentemente incompatibles parece imperar por muy bien que se lleven en determinados momentos. Lo que nos cuentas en tu texto es un buen ejemplo de ello. Suerte, Concha. Un saludo.
Gracias por tu comentario, Jesús. La verdad es que , a veces para bien y otras para mal «la cabra tira para el monte».
Un abrazo
Hola Concha,
«…aullidos lastimeros las noches de luna llena»
Muy gráfico, poético y sin duda, un buen relato.
Suerte y un saludo
Concha, vaya situacion, aqui el topico -como perros y gatos- tiene mas fuerza que nunca. Suerte y saludos
Una buena manera de contar esta historia, como perro y gata, nunca mejor dicho. Ninguno de los dos salió vencedor de la trifulca, aunque Pedro siga aullando.
Mucha suerte Conchi, original relato. Besos.