125. EL BOSQUE MARINO, de Faisanes
La Tierra, para los patrones humanos, es muy vieja… Antigua, más que lo más antiguo.
Donde ahora hay una alameda o un hayedo, pudo haber un inmenso lago de agua dulce. Donde desiertos, océanos, mares verdeazulados plenos de vida.
Si de noche atendemos con nuestros sentidos alertas, paseando bajo la enramada otoñal desnuda de hojas, a la luz de la luna podemos quizás sentir cardúmenes de extintos peces ingrávidos multicolores, tiburones implacables, gráciles seres que se comunican con musicales silbidos.
De día, la floresta se alegra con el sol y las sombras marcadas, recordando la luz tamizada por el agua oceánica, mas… El aire se hace agua y nosotros delfines curiosos.
Los árboles se acompañan, tocándose, acariciándose con el final de sus raíces, dándose valor, sabedores de su condición mortal, conscientes de su pasado acuático, queriendo elevarse al cielo en grupo, flotando hacia la superficie para sentir la luz caliente y seca.
Pasado el hechizo frecuente, llega la calma, vuelve el bosque a su ser, oímos cantar a aquel pájaro, ruidos de insectos voladores…, mientras evitamos pisar un hormiguero vacío o el excremento de una vaca que, por un segundo, asimismo pueda ser que se creyera ballenato.
Mezclas muy bien la parte científica con la mágica y consigues un tono poético que caracteriza tus escritos.
Este en concreto me gustó mucho, sobre todo ese final con su punto de humor. Felicidades en general.