129. Motel Challenger (montesinadas)
La gran bola de fuego inundaba la pantalla de televisión y el reflejo iluminaba su cara. Los cosmonautas desintegrados, igual que su maquillaje. El estruendo de los motores, destruidos por control remoto, acompasados con el chirriar de los muelles de la cama. Los restos cayendo hacia el atlántico como sus pechos y yo entrando en el aire enrarecido de su atmósfera a la velocidad necesaria para liberarme de la gravedad de la tierra.
Ayudado por un viento lateral que me erizaba la piel desnuda aumenté la potencia, ella, que claramente dirigía el control de la misión, me pidió que acelerara.
-Date prisa, me dijo, los clientes esperan. Todo me empezó a temblar y no sé cuánto tiempo perdí el contacto con el exterior.
Me despertaron los amigos que habían organizado una operación de búsqueda entre las habitaciones del motel hasta que dieron conmigo. Me pidieron que saliera disparado, que abandonara el módulo ardiente donde había quedado atrapado, que mi padre, por aquello del cambio de las corrientes de aire había caído por allí como en paracaídas.
Ella, sin dejar de mirar las imágenes, recogió el dinero abrió la ventana y miró hacia el cielo que lloviznaba cenizas.
Manuel, vaya situacion que describes tan trepidante. Parece que la alegría no les faltaba. Suerte y saludos
Hola Calamanda, bueno intentamos vivir con ritmo jeje.Abrazos
Hola, Monte.
Hacía años que no te leía y me alegro mucho porque me has hecho angustiarme. Menudo ritmo de vértigo le has dado al micro.
Te deseo mucha suerte y te mando abrazos.
Querida y admirada Towanda, te tengo lecturas muy retrasadas pero apenas tengo tiempo y me meto en demasiados líos.. Te mando un abrazo grande y un compromiso de lectura inminente jeje.Abrazos
Dos realidades vertiginosas se superponen en planos paralelos sin que nada chirríe, más que los muelles de la cama, como corresponde. Por un lado, la televisión ofrece imágenes de una misión espacial que fracasa antes de su regreso al planeta. Por otra parte y al mismo tiempo, se produce otro viaje no menos intenso, que ha de ser interrumpido antes de que ocurra un encontronazo no menos sonado que el de los pobres cosmonautas.
Siempre es un gusto leerte, Manuel.
Un abrazo y suerte.
Amigo Ánngel, siempre tan atento con mis relatos, sinceramente me alegro mucho de tu cosecha de éxitos últimamente, un abrazo seguro que coincidimos pronto.
Con tu historia he pasado de la angustia a la sonrisa. Fenomenalmente construida, Manuel
Te felicito desde mi correo.
El Sr. Montesinos tiene una manera muy particular y refrescante de contar, tiene mucho mérito cuando ya han pasado 128 historias y se contado lo mismo o parecido de muchas formas distintas. Entonces, llega él, y nos trae esto, simpático, ocurrente, fresco.
Me gusta mucho, ¿se nota o qué?
Luisa solo puedo dedicarte un gracias tan grande y generosa como tu comentario abrazos
Un viaje de iniciación de los de antes, cuando se hacía en hoteles y de pago. Bien esos vasos comunicantes, esos dos planos. Suerte.