13. LA BLANCA OSCURA (Paloma Casado)
Había deseado tanto tener una niña que contemplarla cada día en su cunita me hizo más llevadera la pérdida de su madre. Y es que Blanca al nacer rompió el molde. Literalmente.
Pronto descubrí que dentro de Blanca había muchas Blancas y para cada una componía un gesto diferente. Me gustaba la alegre y desenvuelta, también la tímida e incluso la terca, pero no podía soportar a la iracunda ni a la apesadumbrada. Por eso, jamás la regañé ni le negué nada, a pesar de las protestas de sus hermanos. Ni siquiera cuando la descubrí jugando con las plumas recién arrancadas del canario ni al ver correr al gato con la cola en llamas. Pobres Cantor y Pirulo.
Me costó mucho no preguntarle sobre los restos blanquecinos del vaso que encontré en la mesilla de los abuelos. Quizás habían planeado el suicidio a pesar de parecer tan felices. Esta vez, nos limitamos a llorarles en silencio.
Después murieron mis hijos: Carlos cuando limpiaba la escopeta y Andrés por culpa de una avería en los frenos del coche.
Me he quedado solo con ella y aunque no dejo de culparme por mis recelos, cada noche echo el pestillo de mi cuarto.
Una niña criada sin madre y malcriada por el padre, que no quiere darse cuenta de que la pequeña no es trigo limpio, pese a los signos evidentes de desaparición progresiva de la familia, solo puede evolucionar a peor. Son demasiadas casualidades, una acumulación de infortunios que deshace cualquier estadística y que la tiene a ella en el centro. La frase final puede parecer un reconocimiento de esa maldad y una autodefensa preventiva por parte del padre, pero también una claudicación encubierta, como si siempre hubiese sabido que ella fue su gran error y que con ella terminaría todo, solo es cuestión de tiempo. Pocas veces una historia bajo el refrán que comienza diciendo «cría cuervos…» tuvo tanta aplicación.
Un relato en el que la inquietud psicológica va en aumento, hasta un final incierto y abierto, aunque tal vez también, anunciado.
Un abrazo, Paloma, suerte
Angel, es mejor tu comentario que mi cuento. Gracias por esa lectura exhaustiva y por estar siempre ahí.
¿Recelos? Uyyy, pobre hombre, ¡como no cierre bien la puerta!
Me ha gustado tu apuesta, Paloma, original, amena, y en cierto modo «divertida».
Un beso y mucha suerte.
No me extraña que la madre muriera al nacer ella.. ahí lo dejo.
Y querría quedarse sola en el mundo, parece, porque nada le viene bien.
Muy original Paloma. Feliz día y ademas viernes,yupiii. Abrazos.
Jolín con Blanca. Yo no echaría el pestillo, directamente me alejaría lo más posible de ella y procuraría que no supiera nunca cómo encontrarme.
Me ha encantado tu relato, en especial esa frase: «romper el molde, literalmente», me parece fantástica.
Igual este relato te da una alegría, yo así lo espero. Un abrazo.
Acompaño a ese pobre padre en el sentimiento porque no le queda mucho tiempo y lo sabe. Me gusta ese toque desenfadado que le has dado, Paloma. Mucha suerte y un besuco.
Me encanta tu cuento, Pa, que más que de miedo es de auténtico terror. Que todo vire a negro es sólo cuestión de tiempo. La fascinación del lado oscuro de la realidad. Enhorabuena. De verdad.
Anhelada en su nacimiento, va acumulando rictus de maldad y muescas de sangre en su inocencia, hasta quebrar la confianza del padre. Terrorífico. Me ha encantado, Paloma. Abrazos y suerte.
Paloma, se dan mas a menudo de lo que parece estas situaciones, sin llegar a los extremos, y tu lo cuentas estupendamente. Suerte y saludos