Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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133. Musa espectral

Cuando acepté la propuesta de Nicolle de escribir su truculenta historia, nunca pensé que la muerte podía ser contagiosa. Sus apariciones se fueron tornando más frecuentes e intempestivas a medida que avanzaba el libro, y al poco tiempo yo también me veía como un fantasma. Noche a noche su presencia seductora me quitaba el sueño, y la cordura. Acabé por encerrarme en aquella habitación que albergaba su atormentado espíritu, con el afán de transcribir palabras sórdidas que hablaban de sexo, prostitución, traiciones, y un sangriento final.

Al principio la anciana dueña de la pensión me traía la comida y, mientras sacudía las sábanas, me contaba lo bien que había cuidado siempre de los escritores que habían pasado por allí. Aunque, cercano ya al desenlace de la novela, dejó de hacerlo. Yo continué escribiendo hasta desfallecer.

Días después la antigua Madame entró en el cuarto con un pañuelo en la nariz, protegiéndose del olor que emanaba mi cuerpo. Apartó mi cabeza, que reposaba sobre las últimas páginas, y recogió con mimo el manuscrito. Antes de llevárselo cambió mi firma por la de Mort Farragan, el famoso escritor de novela negra.

 

 

4 Responses

  1. Una musa muy peligrosa. Tanto, que se lleva la vida de aquel al que inspiró. Me gusta el mensaje del final con el cambio de firma: siempre hay gente que quiere sacar tajada de la desgracia ajena.

    Muy buen micro, SARA. Con escalofríos y todo.

    Cariños,
    Mariángeles

  2. Calamanda

    Sara, está bien tejida esta historia negra, haciendo los honores a la nueva autora imagino, y su final. Suerte y saludos