16. Atajo (Susana Revuelta)
Lo que dura un eructo de los largos ha tardado John en decidir que no va a salir al rellano de la tercera planta del hotel a esperar al ascensor ni atravesar a hurtadillas el hall para llegar a la piscina y darse un chapuzón. Para qué va a arriesgarse a que le paren a estas horas en recepción, con lo que le apetece bañarse, se pregunta el joven mientras mira hipnotizado desde el balcón el reflejo del agua iluminada.
Lanza entonces con pésima puntería una lata de cerveza que acaba de arrugar entre sus dedos a la papelera del salón, donde se acumulan unas cuantas más, que vaya calor que hace y eso que son las tres de la mañana y no consigue quitarse con nada esta sed, sino al revés: la sangría de la cena, los combinados de naranja y vodka de después y las cervezas de antes de acostarse cada vez le dan más ganas de beber. Y en vez de refrescarse en la ducha, beber agua fría y dormirse en el sofá frente al ventilador de aspas, como su compañero de habitación, suelta otro eructo, masculla un fuck off y se apoya tambaleante en la barandilla.
El compañero del tu protagonista sí que sabe luchar contra el calor. Por el contrario, él ha elegido un camino equivocado para saciar la sed y para casi todo: el alcohol. A partir de ahí, por aquello del efecto desinhibidor, cualquier ocurrencia es posible, hasta lanzarse desde el balcón a la piscina; un atajo, sin duda, para llegar al líquido elemento, pero puede que también el camino más corto para pasar a la otra vida.
Un relato muy bien adaptado a la convocatoria y al momento del año en el que nos encontramos, que más tórridos no podemos estar.
Un abrazo y suerte, Susana
Susana, un relato con una composición prácticamente perfecta que comienza con un eructo de los largos hasta crear fácilmente un posible final horrible. Te felicito.
Nos leemos.
Me encanta Susana,aunque se va adivinando describes cada paso con mucha maestría y casi acompañas en la lectura a este descerebrado que termin a. como era evidente saltando a la piscina. Me ha gustado mucho, suerte
Hola, Susana:
Alguien dijo que el balconing es un claro ejemplo de SELECCIÓN NATURAL, jeje.
Me gusta ese inicio y ese instante tenso que describes sobre esa barandilla tambaleante.
Saludos y mucha suerte
A partir del reflejo del agua y la pésima puntería con la lata de cerveza, la tragedia está servida, como hemos oido tantas veces que ha pasado en la vida real. Hay que saber hacer cualquier cosa a la que te pongas en esta vida, incluso beber. Un abrazo y suerte.