Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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17. «TREE-HUGGERS»

                                                                                                                                                                                                                                                                                            A Gloria M.

 

En las tardes más calurosas del verano, paseamos por el bosquecito de los alrededores. Caminamos sin parar hasta encontrarnos con aquel anciano alcornoque; cada vez, su cuerpo está más retorcido; lo abrazamos emocionadas,  pensando que aliviamos su tortura y él nos ofrece todo el frescor de sus lustrosas hojas. 

 Pronto, nos sentimos fuertemente conectadas a nuestro pequeño mundo natural, continuamos por la vereda sin fijarnos por dónde nos llevan nuestros pies sueltos y  libres. Respiramos, conversamos, contemplamos…

Fácilmente acabamos perdidas; entonces, la única solución es volver al inmortal chaparro (yo juraría que se alegraba de volver a vernos), pedimos permiso y subimos a lo alto de su poderoso  tronco para mirar desde arriba y descubrir que,  aunque todos los caminos nos parecían iguales, sólo uno, nos llevaría a nuestro inicio. Justo allí, queríamos acabar.

7 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Puede que exista algún antecedente, pero la costumbre de abrazar a los árboles es bastante actual. Dicen quienes la promulgan que se produce un intercambio de energía que aporta evidentes beneficios. Quizá sea difícil demostrar algo así con argumentos científicos, pero a veces la fe y las percepciones personales se abren hueco entre el frío razonamiento.
    Que los árboles aportan múltiples beneficios es indiscutible, incluso pueden ayudar a orientarse, como les sucede a tus personajes.
    Al contar el número de abrazos a estos amigos vegetales en tu relato salen dos, debe de ser porque el tercero se lo dieron estas mujeres (a mí me parece que lo son) entre ellas al volver a encontrar el camino de regreso tras permanecer perdidas.
    Un abrazo y suerte, Isabel Cristina

  2. Como dice la frase muchas veces los árboles no dejan ver el bosque. En este caso parece que ha sido al revés que son alguos árboles los que han ayudado a ver el camino correcto para volver a un punto de partida. Suerte Isabel.

  3. Francisco Javier Igarrreta Eguzquiza

    La verdad es que en un verano tan tórrido dan ganas de adentrarse en ese maravilloso bosque. Todo un canto a la fusión con la naturaleza. Mucha suerte Isabel.

  4. Aurora

    Isabel, un relato emotivo y entrañable. Me ha encantado acompañar a las dos amigas por el bosque y visualizar al sabio y retorcido alcornoque. Una lectura muy agradable, muy apacible.
    Abrazo

  5. Pilar. C

    Hola Isabel Cristina: un relato en donde un viejo alcornoque es el protagonista. Es el inicio, el origen y también actúa como guía para indicar el camino. Y como la vida misma tb intuyo que puede ser el final.
    Ya ves cómo tú relato puede provocar emociones tan simples y a la vez profundas.
    Bonito y emotivo.
    Un abrazo

  6. Jorge Zas

    Hola, Isabel. Mi lectura es que aquí las amigas al abrazar al árbol, no sólo buscan un intercambio de energía sino que hay un muy noble sentido de compasión con el alcornoque que es periódicamente torturado por quienes le arrancan su corteza. Es un hermoso relato bucólico con un dar y recibir entre las amigas y la naturaleza.
    Un cálido saludo y ¡Suerte!

  7. Enrique Mochón Romera

    Hola, Isabel Cristina. Cada vez que leo tu relato le encuentro más posibles interpretaciones y todas bellas. Una de las más sugerentes para mí es la imagen del reencuentro de unas antiguas amigas a través de su amor por la naturaleza y, en concreto, por ese maravilloso árbol, gran símbolo de resiliencia, amistad, bondad y un sinfín de valores positivos más. Enhorabuena por él y mucha suerte. Un abrazo.

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