17. Pero amanece (Susana Revuelta)
Suele despertarte canturreando, y tú la recibes con torpes palmadas mientras abre las ventanas y entra el aire limpio de la mañana. Te enjabona todo el cuerpo y te aclara con una esponja que escurre en una palangana. Las sábanas las cambia en un pis pas, se nota que tiene práctica y, aunque se mueve con rapidez, unta con mimo la pomada en las rozaduras que te hace el pañal. Huele bien esa loción, y gorjeas de gusto cuando te pone el pijama. Ibas a decir mamá, pero qué rabia, no consigues articular palabra. Te peina los cuatro pelos con suavidad, te quita las babas y se despide, «hasta mañana, Julián».
Entonces te llega ese asqueroso olor a caca, arrugas disgustado la nariz y al subir el embozo de la sábana notas un líquido pegajoso que resbala por tus piernas, traspasa el pañal, te empapa el pantalón y hace charco bajo tu espalda. Pero la señora gorda de coleta que entra ahora ya no es tu mamá, te llama cochino viejo de mierda mientras enrolla la ropa sucia de mala gana y es cuando te viene un fogonazo, el recuerdo nítido de quién eras, y te echas a llorar.
Este pobre anciano, con problemas de movilidad y algún otro, se recrea en recuerdos y sensaciones de la niñez perdida, cuando era un mozalbete sin preocupación, mimado por su madre. La confusión sale a la luz, junto con la vergüenza, cuando se percata que vive en otro tiempo y lugar, que hacerse mayor y perder facultades es demasiado triste, que a los niños se les puede querer, pero a los viejos cuesta más trabajo.
Un relato con un amanecer parecido y un escenario similar, incluso con el mismo personaje, aunque en realidad ya no es el mismo que fue, de de nada sirve que quiera dar marcha atrás al reloj.
Un abrazo y suerte, Susana
Terrible la impotencia de no poder valerse por uno mismo y tú lo narras muy bien. El título es perfecto.
Un saludo.
Oh, qué tristeza sentirse así y no poder expresarlo. Gritar y pelear.
El abuso de los indefensos. La sombra de las personas, la maldad.
Y lo peor es que, como siempre, la realidad superará a la ficción.
Lo has expresado a las mil maravillas. Chapeau, por ti, Susana. Feliz noche de primavera.
Susana, cómo llega tu historia. Muy bien contada. Suerte y saludos
Qué duro, terriblemente duro. Y qué pena de sentimientos, debe sumir en una profunda confusión al que la padece.
Suerte
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Qué bien expresas la vergüenza de este viejito, Susana.
Me ha encantado.
Suerte y un besote, preciosa.
En un oposición mental, el protagonista asocia el cariño, la ternura y la delicadeza a una madre y, por lo tanto, por deducción básica, nos aparece como un bebé, un niño. Pero todo cambia y nos haces chocar con una realidad triste y con cierta violencia, nada maternal.
Por cierto, arriesgada y complicada narración en segunda persona. Muy buen texto. Suerte y abrazos.