Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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18. Penumbras (Susana Revuelta)

Le huele a madreselva cada vez que abre el álbum por donde la foto de su hija vestida de Primera Comunión. Fue lo único que su suegra le permitió hacer aquel día, ocuparse de las flores.

Estuvo toda la mañana fuera escogiendo las más coloridas: naranjas, rosas, rojas, lilas. Apenas almorzó y dedicó la tarde entera a trenzar la corona. La hizo y deshizo una y otra vez, de lo que le temblaban las manos. El ramo le resultó más sencillo, solo tuvo que atarle un lazo. Mientras tanto, la suegra arreglaba a la niña. Los calcetines de perlé, los guantes con borlas, las merceditas. Con el vestido tardó un poco más, la cremallera de la espalda no subía, pero resolvió el contratiempo con unos cuantos alfileres y unos imperdibles.

Para la foto no hubo más que discutir, con aquella mujer no se podía. Aunque ahora, años después, al mirar el retrato reconoce que fue la mejor decisión: sentada en la butaca de orejas del salón, para apoyar su cabecita. Y con los cortinones echados, para que no se notara su piel cetrina, los ojos comidos por los peces, la hinchazón tras una semana hundida en el fondo del río.

 

19 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Qué mala fama tienen las suegras, merecida o no, porque nunca es justo generalizar. En la tarjeta de visita imaginaria de algunas de ellas parece que debe ir incluido, para estar completa, un molesto afán de meterse en lo que no les corresponde, sin respeto a la autoridad legítima.
    Cuando se llevan las cosas al límite pueden producirse situaciones difíciles de sobrellevar, e incluso consecuencias imprevisibles. Esa imagen del final va asociada a una decisión drástica que, pasado el tiempo, lejos de ser causa de arrepentimiento, no hace sino confirmar la liberación que supuso quitar de la circulación a un personaje que todo lo hacía demasiado difícil. Lo que condujo a que esa mujer terminase en el fondo del río no fue, intuimos, ni un accidente ni un pronto.
    Un abrazo y suerte, Susana

    1. Ángel Saiz Mora

      Vaya. Pues lo he interpretado mal. Mil perdones. Susana. Desde esa perspectiva, la verdadera, es un relato diferente, más bien es todo lo contrario a lo que yo vi erróneamente. La suegra hace el trabajo más duro, ante una madre, lógicamente, conmocionada.
      Ahí van más disculpas y otro abrazo

  2. María José Escudero

    En ocasiones o quizá en muchas ocasiones, las suegras ayudan y mucho. Este es el caso. Debe de ser terrible tener que amortajar a tu propia hija. La estampa es impresionante: Aquella costumbre de vestir y fotografiar a los muertos… Entre los recuerdo que mi madre guardaba de su familia, había una foto de una pequeña hermana suya vestida de blanco. Esta historiao me lo ha recordado. Suerte, Susana. Yo creo que el relato lo merece.

  3. Ay!!! Qué regustgo más amargo nos dejas, Susana. En esa última frase me ha venido un fogonazo con una imagen de esas tan tétricas y tan tristes de niños fallecidos. Yo he tenido la oportunidad de ver fotos reales y estremecen hasta la médula.

  4. Vaya. Esta vez la suegra era necesaria de verdad. Espero que tu estado de ánimo no tenga nada que ver con este relato y que solo sea una forma original de narrar una historia de vestidos y modas.
    Un abrazo Susana. Feliz noche.

    1. Pues no te voy a decir que esté sobrada de ánimo sino más bien todo lo contrario. Pero hace dos días escribí otro de humor, osea que aquí seguimos al pie del cañón. Un abrazo, Mercedes.

  5. Isabel Torralba

    Vaya, no era consciente de por qué se hacía la foto a la niña y ahora, viendo los comentarios lo entiendo todo mucho mejor. Es un micro terrible, Susana, con esa imagen final de los ojos (aunque por lo menos está impregnado del olor a madreselva). Muy bueno, aunque no por eso menos terrible e impactante. De hecho lo he leído varías veces y la primera me golpeó tanto el final que no pude ni ponerte nada. Felicidades y suerte. Un abrazo

    1. Busca en internet fotos de esas. Es muy impresionante. De hecho hace poco leí que recomiendan tomarse fotos con bebés que nacen muertos, para recordarlos y elaborar bien el duelo. Qué cosas. Un abrazo, Isabel.

  6. Paloma Casado Marco

    Es un micro buenísimo. Combinas trazos de una historia ordinaria: la suegra mandamás y autoritaria, la madre frágil en su cometido de crear un buen ramo para la comunión de la hija, hasta el mazazo final. La foto con la niña muerta. Siempre me han sobrecogido esas fotos de niños muertos que fueron bastante corrientes hace años y tú has bordado una de sus historias.

  7. Diego Cano-Lasso Pintos

    Lo siento, pero cada vez me gustan menos estas historias tétricas y sórdidas que se repiten y son tan recurrentes en estos concursos.

    1. Si te has tomado la molestia en llegar hasta esta página, donde no recuerdo haber leído nada tuyo, leer el relato y, sobre todo, comentarlo aunque no te guste el tema, es que te ha hecho sentir algo. La escritura siempre tiene que intentar transmitir, conmover. Misión cumplida, pues.

  8. ¡Dios, Susana, había que multarte! ¡Cómo disparas directo al corazón! O no tan directo, con premeditación y alevosía, para que el impacto final sea letal. Te has lucido. En el mejor sentido de la palabra.

  9. Muchas felicidades Susana, la verdad es que no lo había leído, pero el relato está genial. Siempre me han flipado las fotos postmorten, yo también he escrito algún micro sobre ellas pero no tan bueno.
    Me he dado cuenta de que este micro valdría para la propuesta que hay ahora en marcha… además de bueno es polivalente… 🙂
    Un beso!!

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