89. 180 grados
Llevábamos dos años casados.
Llegué a casa tan emocionada, tan excitada, era una tarde de sábado, quería decirle cuanto lo amaba, que feliz me sentía, compartir con él la inmensa alegría, la noticia de que estaba embarazada.
En el quicio de la puerta me quedé esperando a que terminara la conversación que sostenía, oí que decía sin darse cuenta que yo había llegado.
— Deseo tenerte a mí lado, acariciar tus senos, morderte los labios—
Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados.
Aún hoy me dice que fue un error, que me quiere, pero no es eso amor, no como yo lo entiendo.
Y eme aquí, tan rota como acorazada por dentro, por los años forjada.
¿Como pude ser tan idiota? Intentando olvidar lo pasado, perdonar lo imperdonable, continuar a su lado, por estar embarazada o por ser tan cobarde.
Creí superarlo por el transcurrir de los años. Mas el pasado y el presente se fundieron en un suceder de acontecimientos, sin pasión ni confianza.
Todo quedó paralizado en aquel quicio, una tarde de sábado.