20. LA PRINCESA ENGAÑADA (Edita)
Sus padres tenían la piel clara y ella, muy oscura. Cuando hizo preguntas, la convencieron con una linda historia prefabricada: la cigüeña la había dejado en su casa porque el palacio real, adonde debería llevarla, estaba al otro lado del océano y no se atrevía a volar tan lejos. Para ellos era su princesita de sangre azul y, como tal, la adoraban. Le prometieron que, cuando fuera mayor, viajarían por todo el mundo en busca del palacio.
La niña creció amada y feliz. Hasta que la pubertad manchó de rojo su inocencia, descubriendo el embuste. Nunca más la vieron sonreír.
La infancia es una época dorada, dulcificada con cuentos que ayudan a sobrellevar la existencia. La adolescencia supone un golpe tremendo, en el que lo que se creía idílico se vuelve todo lo contrario, la sangre deja de ser azul y la niña nunca más lo será. Seguro que la mayoría recordamos el momento en el que conocimos la verdad sobre SS.MM de Oriente y la desazón que nos produjo, como conocer que lo de la cigüeña era otro pequeño embuste. Al final la vida cae con todo su peso, por mucho terciopelo con el que se adorne. Algunos lo llaman madurez. Tu protagonista hubiera querido ser una Peter Pan femenina, en una eterna y dulce niñez.
Un relato sobre el paso de una etapa vital a otra, sin obviar sus decepciones. El detalle de la sangre es simbólico y efectivo a la hora del efecto que buscas y consigues.
Un abrazo y suerte, Edita
Siempre son tus comentarios ricos en cantidad y calidad. Muchas gracias.
A veces decirle a un hijo de «dónde viene», es complicado, pero alargarlo tanto puede ser contraproducente, sobre todo si es con una mentira con las patas tan cortas… dicen los expertos que es mejor contarlo más pronto que tarde…
Enhorabuena, Edita, tu relato me ha encantado, y aunque últimamente por falta de tiempo no suelo comentar mucho, con el tuyo no he podido por menos.
Suerte y un abrazo.
Qué honor que me hayas regalado tu escaso tiempo. Muchas gracias
El color de la sangre destapa una mentira que desengaña al cariño y atrofia los sentimientos, originalísimo. Tienes razón, Edita, nuestros relatos convergen en una princesa y la ausencia de sonrisa. La mía abraza la felicidad y solo espero que tu protagonista acoja el perdón y comprenda que puede ser la reina de sus sueños. Tu relato me ha gustado mucho. Abrazos y suerte.
Muchas gracias por leerme y comentar tan bien.
No se puede mentir a los niños Edita y los mayores somos muy dados a normalizar lo que no es o no debe ser. Es muy bonito tu relato. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Muy amable, muchas gracias.