21. BAZAR FANTASÍA (Mariángeles Abelli Bonardi)
Quedaba cerca, a pocas cuadras de la casa. Había ido conmigo en brazos a comprar algo, no recuerda bien qué. En un momento, mientras la atendían, yo quise bajar, y ella me dejó en el suelo, apoyada contra el mostrador…
—¡La nena!… ¡La nena!… ¿Dónde está la nena?—, exclamó mamá. No sabe en qué momento me perdió de vista pero recuerda el susto, las gitanas que habían entrado al negocio, y el miedo atávico que advierte que se roban a los niños…
Comenzó a llamarme desesperada; yo le contesté. Oía mi voz pero no sabía de dónde venía… Volvió a decir mi nombre, le volví a contestar, y entonces me encontró metida entre las muñecas, prácticamente siendo una muñeca más… Allí, adentro del Bazar Fantasía, me largué a caminar.
Es comprensible la estupefacción de esa madre ante su hija desaparecida de repente. Quizá solo fueron unos instantes, pero sobrados para crear asombro, no aceptar lo que está sucediendo, al tiempo de sufrir una cascada de síntomas y sentimientos sobrevenidos y terribles, tanto psicológicos como físicos.
Es lógico que una muñeca viviente pase desapercibida entre otras muñecas, aunque éstas no sepan moverse ni interactuar igual. Sin embargo, para la pequeña todo forma parte de un juego, en ese estado de conciencia delicioso y aún no formado en el que fantasía y realidad se entremezclan.
Dos puntos de vista y dos sentires, el de una mujer y una niña, que podemos comprender y ponernos en el lugar de cada una gracias a una historia que, bajo su aparente sencillez, encierra una gran intensidad.
Un abrazo y suerte, Mariángeles
Querido Ángel: como siempre, disfruto la profundidad de tu esperado comentario. Me encanta que veas el trasfondo intenso tras esta historia en apariencia sencilla, y me encanta que se noten los dos sentires: el de esa madre alterada, que busca a su nena con el corazón en la boca, temiendo lo peor, y el de la niña que camina por primera vez, así de embelesada, entre tantas muñecas del bazar.
Otro abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Hola, Mariángeles.
Me gusta mucho ese deje argentino (¿de dónde si no?) que se lee en tu texto. Me encanta eso de «a pocas cuadras» y «la nena».
En cuanto a la historia, más que sorpresa, que también, lo que se siente al perder de vista, aunque solo sea un instante, a un hijo es una indescriptible desesperación. En alguna ocasión me vi en una de esas y no se lo deseo a nadie.
Aprovecho para desearte que todo esté bien y te mando un abrazo.
Me encanta que te encante «mi deje argentino», querido Barceló… Entiendo que en vez de «la nena» ustedes dirían «la niña»… ¿pero cómo se dice «a pocas cuadras» con deje español?
Ahora que sé que sos papá, entiendo plenamente tus palabras y puedo afirmar sin temor a equivocarme que le di a mi mami el susto de su vida…
Por aquí, todo bien; el 25 de mayo es fecha patria, así que aquí estamos, un poco rememorando la historia y otro poco cuidándonos en estos difíciles tiempos de pandemia…
Otro abrazo y un beso para vos,
Mariángeles
Hola Mariangeles, ¿qué tal?
El final de tu micro me ha descuadrado un poco, ese
«Me largué a caminar» no sé cómo encajarlo. Quieres decir que se puso en marcha junto a su madre o hay algo oculto en esa frase?
Ya me contarás amiga.
Abrazos y feliz tarde.
Hola, Mercedes. No hay nada oculto en esa frase. «Me largué a caminar» es un argentinismo, una forma de decir «Caminé por primera vez» (de hecho, poner «Caminé por primera vez» me resultaba demasiado solemne, por eso lo puse como lo decimos aquí en Argentina).
Abrazos y feliz tarde para vos,
Mariángeles
Ah, pues gracias por la aclaración. La usaré de vez en cuando, jajaja.
Un abrazo Mariángeles.
Mariángeles,
Me ha gustado mucho tu texto pero la frase final en especial me ha ENCANTADO!
Abrazos
¡Muchas gracias, Aurora! No te imaginas lo contenta que me ponen tus palabras… 🥰🥰😇😇
Más abrazos para vos,
Mariángeles
Me encanta el punto de vista de la niña, oculta entre las muñecas del bazar a la vista de la madre, asustada y angustiada, así como el asombro final al verla caminar por vez primera.
Qué bonito el modismo argentino.
Suerte y besos.
¡Muchas gracias, CARMEN! Me alegra que te agrade el «ojo infantil» de la historia, y más que te gusten mis «argentinismos», jaja
Suerte y besos para vos,
Mariángeles
Hola, Mariángeles. Tu relato tiene mucho encanto, por la forma y gracia que tenéis los argentinos de contar las cosas, y por lo que sucede en el mismo. Sé qué es la sensación de angustia que se pasa cuando desaparece un niño inesperadamente. La que tengo más fresca en la memoria es estando con una de mis hijas y uno de mis nietos en un centro comercial de Pamplona. El niño, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció de nuestra vista. Como la planta era circular, fuimos una por cada lado y dimos con él bastante pronto. Este ya andaba hacía tiempo y más bien corría continuamente. Por supuesto él estaba en su mundo, subyugado por las luces de colores. La niña protagonista de tu micro se siente tan atraída por las muñecas, que decide «largarse a caminar» y momentáneamente ser una de ellas. La sorpresa y el susto de la madre fueron soberanos, claro. No era para menos. Me ha gustado mucho. Felicidades y suerte. Besos.
¡Muchas gracias, JUANA! Me alegra sobremanera tu comentario, no sólo porque el micro te gusta sino por la sorpresa y el asombro que me causaste a mí con tu comentario al filo del fin de la propuesta anterior, cuando yo ya daba por hecho que no recibiría ninguno más, por lo cual, lo valoro aún mas y lo agradezco en el alma.
Con respecto al micro y a lo que cuenta, es tal como decis: Desaparece de la vista un hijo, un nieto, un sobrino, y una se siente con el corazón en la boca mientras busca desesperada… es una suerte que en el micro, y también en lo que vos me contás, todo haya terminado bien…
Suerte y besos para vos,
Mariángeles