22. Instrucciones
Nuestra casa fue un río de palabras hasta que nuestra madre dejó de llenarla con sus historias. Su expresión quedó ahogada en una mirada vacía. Nos había enseñado que la cara era el espejo del alma, y que si se acercaba su hora, lo notaríamos. Guardó una caja en el desván con unas indicaciones al dorso que deberíamos seguir llegado aquel momento, pues no le hacía ninguna gracia morirse. Al abrirla, encontramos las gafas del antepasado que quemaron por brujo y un gran ovillo azul junto a un papel. Tras leerlo, nos pusimos las gafas y no nos hemos separamos de ella desde entonces. A veces, vemos que una sombra sale por su boca. Le hacemos un nudito y, como si fuera un globo, la llevamos hacia el Baobab del jardín. En cuanto huele su aroma, tira de nosotros y vuelve a meterse en su cuerpo.
Cada jueves su médico viene a revisarla. Antes se sorprendía de que aún respirase. Ahora, sin embargo, piensa que durará así mucho tiempo. Nosotros no nos hacemos ilusiones. Después de todo, sabemos que su vida pende de un hilo. Aunque Sara, la pequeña, cree que le queda cuerda para rato. Y que es azul.
Qué tendrá la vida que, pese a sus sinsabores, nunca querríamos irnos y somos capaces de aferrarnos aunque sea a un hilillo, si es capaz de prolongarla siquiera un poco.
Un relato para la reflexión sobre nuestra naturaleza efímera, narrado con un logrado y entrañable formato con aires de cuento clásico.
Un abrazo y suerte, Pablo
Como siempre, gracias por tus cariñosas y acertadas palabras. Ya ves, Ángel. Vida solo hay una, o eso dicen, y ninguna madre quiere separarse de sus hijos ni sus hijos de su madre.
Un fuerte abrazo.
Qué relato tan bonito, Pablo. De esos en los que aparece tu magia. Mucha suerte.
Y un abrazo
¡Cuánto me alegra que aparezcas por aquí! Siempre me dejas un comentario tan bonito que da gusto leerte. Y como da gusto leerte, la mejor manera de hacerlo es mirando al cielo y dejarse mecer por el movimiento de tus cometas. Porque a mí también me gustan las cometas. Sobre todo las tuyas. Enhorabuena por ese libro, Paloma. Te deseo todo el éxito que de sobra mereces.
Un beso bien fuerte. Y mil gracias por pasearte por aquí.