22º Microscopio: Sánchez
Con esta entrega del Microscopio acabamos la etapa previa a las vacaciones veraniegas, volvemos el MARTES 8 de Septiembre donde celebraremos nuestro primer aniversario como sección.
BUENAS VACACIONES A TOD@S
Reyes Aléjano nos trae esta ilustración
Sánchez
Al principio no había nada. Cuando los primeros Sánchez llegaron animosos hasta allí, lo que hallaron no fue sino barro y alimañas, pero con esfuerzo lograron arrancarles a los campos modestos frutos que luego fueron pródigos y sustanciosos. Después manó el agua, nacieron niños, se allanaron los caminos y las plazas. Esa prosperidad bien merecida atrajo a otros de fuera que comieron de la abundancia de los generosos Sánchez, bebieron de sus manantiales, bailaron en sus fiestas y criaron una descendencia acomodada y pedigüeña.
Entonces, los recelosos Sánchez, acudiendo a su pasado, decidieron exterminar a los forasteros y a su descendencia, y los caminos, las plazas y las casas se poblaron de odio, y los campos se encharcaron con una sangre impura ajena a la de los engreídos Sánchez.
La primera cosecha tras la guerra dio frutos jugosos, pero Sánchez VIII previó el final de su viciada estirpe y, con las manos vacías, decidió abandonar su tierra maldita, su casa manchada, su herencia infesta.
Lejos de allí tendría que mostrarse humilde y refrescar un marchito linaje de odio condenado al olvido y ser como al principio, nada.
Esta vez Gina nos trae este vídeo, fragmento de la peli «2001: una odisea del espacio» música de «Así hablo Zaratustra» de Richard Strauss.
(=+) Por su extensión, podría considerarse un micro pero la historia narra demasiado tiempo, si bien los 4 periodos presentes están bien separados por los párrafos.
(+) El título me parece apropiado por cuanto el apellido y su estirpe son el eje central de la narración, aunque el tema es otro, que queda reflejado en todo momento, la supremacía de un pueblo por creerse mejor o haber llegado el primero, y sus funestas consecuencias.
(-) Pero el cuento en general es, para mi gusto, barroco por la proliferación de adjetivos, innecesarios en algunos casos y que enjuician, en otros. Así tenemos “generosos”, “recelosos”, “engreídos”, “jugosos”, “modestos”, etc.
(-¿? )En parte de ellos, como ya he dicho, se observa claramente la postura del autor respecto a los hechos que cuenta, emitiendo su juicio, incluso con ironía, cuando dice “generosos”, “prosperidad bien merecida”, “sangre impura”, que remata al final, cuando todo regresa al punto de partida, resultando una historia circular y cerrada.
(-) Creo que sí acierta al cerrar el círculo, pero considero, en contra, que el autor debe mantenerse en otro plano de la narración, dejando que sea el lector quien decida cómo juzgar, si es que hubiera que hacerlo, a los personajes y el párrafo final manifiesta claramente su sentir al respecto.
(-) Aprecio también algún problema temporal cuando dice “manó el agua” después de “conseguir frutos pródigos y sustanciosos”. Igualmente, no me encaja mucho que “la primera cosecha después de la guerra dé frutos jugosos”, y eso lleve a que “prevea el final de la viciada estirpe”, parece que, en este punto, algo falta.
(-) La idea es buena pero el autor está emocionalmente muy implicado y contamina el texto.
El relato nos cuenta, a mi modo de ver, una historia circular con un interesante trasfondo de crítica social a la xenofobia, concentrada en esos ‘nada’ de principio y fin que expresan la verdadera ‘importancia’ de esa estirpe que se me antoja condenada a renacer de sus propias cenizas, incluso, o precisamente por, la aparición cíclica de algún miembro disidente.
(+) Ambientado en una época de colonización que nos permite visualizar perfectamente las imágenes de tierras duras prosperando e imaginar esas luchas sangrientas, resulta fácil de leer e incluso apetitoso.
(*) El título me deja un poco indiferente en el sentido de que, sí, se habla de Sánchez pero no aporta nada. Quizá un ‘Los Sánchez’ sonaría más consistente.
(+) La redacción y puntuación en general me agradan mucho aunque…
(*)… me parece que dos puntos en vez de una coma antes del “nada” final hubieran dado más contundencia a la frase y al relato en general, pues en esa palabra veo yo su fuerza.
(-) Encuentro en esta frase una discordancia entre el sujeto y los adjetivos o una mal expresada correlación, pues supongo que pródigos se refiere a los campos y sustanciosos a los frutos. Tal y como está , parece que pródigos califica a frutos, lo lo que suena extraño: “pero con esfuerzo lograron arrancarles a los campos modestos frutos que luego fueron pródigos y sustanciosos”
(-) Dejando aparte esa ‘nada’ significativa y la reiteración necesaria de Sánchez, o la lírica de caminos y plazas, me chirrían un poco las repeticiones de frutos y odio
(-) Del mismo modo hay cierta cacofonía en los calificativos : animosos, sustanciosos, generosos…
(=) Una cosa que me ha llamado la atención es la inclusión de las plazas como elemento de la historia, del progreso y del escenario de la sangría al parecer importante para el autor. Pienso que construir un pueblo o ciudad de la nada merecería la mención de elementos más básicos que una plaza.
(+) En general me parece un relato muy atractivo que quizá pierde un poco de fuelle en el último párrafo, pero del que quedan ganas de seguir leyendo una saga.
(-) El título promete menos de lo que el relato ofrece, creo que se le queda corto. Aunque remite a una Castilla ancestral, a una España profunda que me recuerda La tierra de Alvargónzalez, de A. Machado, creo que esa sugerencia ya queda plenamente desarrollada en la narración, por lo que personalmente habría optado por otras posibilidades.
(+) De hecho, el tema que a mi entender desarrolla la narración es el del cainismo, lo cual podría justificar dicho título. No obstante, hay una idea que, siendo quizá secundaria, a mí me llama poderosamente la atención: el hecho de que esa maldición cainita parezca condenar a la estirpe protagonista a repetir su historia.
(+) Creo que ese engarce entre frase inicial y final es uno de los grandes aciertos del relato, porque no solo lo ‘cierra’, sino que lo proyecta en una especie de náusea infinita. Personalmente, acuden a mi pensamiento expresiones latinas como Ad nauseam o Perpetuum mobile que, además de actuar acaso como título más adecuado, guiarían al lector en la percepción de esa estructura cíclica.
(+) Con ese simple recurso estructural, el autor ha logrado trascender la historia de los Sánchez, aparentemente anodina, vulgar en su humanidad (y quizá esto justificaría el título), en una trama de alcance mítico, universal y atemporal.
(+/-) Parte de este logro se debe también a un estilo bien conseguido. La primera frase, breve y rotunda, nos remite a una “nada” que va poblándose poco a poco en virtud de la palabra: la adjetivación, la bimembración y la enumeración –rematada en este caso por el polisíndeton en el segundo párrafo– van proporcionando en el breve espacio del relato una sensación de abigarramiento, de vértigo, que casa muy bien con el tema y la intención del relato, justificando un barroquismo a mi entender necesario. Dicho lo cual, creo que existen algunas expresiones manifiestamente mejorables: quizá sobre algún adjetivo, como el predicativo “animosos” de la segunda frase; el circunloquio “a otros de fuera” podría sustituirse por un solo término como “foráneos” o “extraños”; y “los campos se encharcaron con una sangre impura ajena a la de los engreídos Sánchez” quedaría mejor limitándose a constatar que “los campos se encharcaron con una sangre impura y ajena”. Además, el último párrafo no está bien puntuado; gramatical y estilísticamente creo que ganaría con una solución como esta: “Lejos de allí tendría que mostrarse humilde y refrescar un marchito linaje de odio condenado al olvido; y ser, como al principio, nada”.
(+) En conclusión, considero que este “Sánchez”, al margen de la cuestión del título, evidentemente discutible, es un relato temáticamente ambicioso que el autor ha sabido resolver con una estructura acertada y un estilo en consonancia con su intención, pese a algunos detalles estilísticos menores mejorables.
A mi entender, el relato trata de la historia de una familia: Los Sánchez, desde una proyección mítica. Una estirpe que representa a todas las estirpes que han poblado la tierra. La lucha por la supervivencia, el trabajo para conseguir una tierra habitable y luego, el aniquilamiento de los otros, de los extraños, es parte de la historia de la humanidad. La primera parte me ha recordado un libro que acabo de leer: «La oculta» en lo que se refiere a la construcción de un pueblo. Con el final, me ha venido a la cabeza «Cien años de soledad» que narra también la historia mítica de una familia abocada a su extinción (no sé si era intención del narrador).
Lo que he querido entender es que los primeros Sánchez, colonos infatigables, aceptan la llegada de las gentes de fuera y son los siguientes Sánchez, una generación acomodada y egoista, quienes rechazan a los que no llevan su sangre y apellido.
El título me parece acertado porque es el nombre de la saga que protagoniza y recorre las épocas del relato.
Por último, quiero felicitar a Gina por la brillante elección del acompañamiento musical y cinematográfico y a Reyes por su preciosa ilustración.
Gracias, Paloma, por tus palabras, sobre todo las que hablan de García Márquez… Me ha encantado dejarme analizar y descubrir cuántas cosas ve la gente en lo que uno escribe.
Un saludo
JM
Bueno, pues llega el momento de desvelar la identidad del autor, aunque por error ya la desvelé en Facebook. Debo decir queme ha gustado mucho leer los comentarios, pues en algunos casos me di cuenta de que cuantos más ojos, más ideas.
Me ha llamado la atención, sin embargo, la mala prensa que tienen los adjetivos en la literatura: a los textos se los llama «barrocos» pese a no serlo. También es curiosa la animadversión hacia la implicación del narrador -que no del autor- en el relato. Creo que quien lo cuenta lo hace como cree más evidente. Tal vez las intromisiones de géneros -en esta caso lírico y épico- descolocan a los lectores, pero las obras son como salen de la mente del autor. ¡Tanto Sánchez!
En fin, una experiencia muy positiva.
Gracias a los comentaristas.
¡Ay, Juanma, que no me extraña ahora el buen sabor de boca que me dejó tu relato!
Soy Z (no, Mazinger, no; el comentarista Z, jeje). Hala, ya lo he dicho. Y sí, estoy totalmente de acuerdo, como ya decía en mi comentario: la adjetivación no es mala ‘per se’, sino que, si está bien trabajada y tiene sentido, denota una voluntad de estilo siempre deseable. ¿Qué haríamos con los Lezama Lima, con los Alejo Carpentier, con los Sarduy de nuestra narrativa en español? ¿Los desechamos por ‘barrocos’? ¿Y por qué la adjetivación tiene que estar reñida con el relato corto? Lo único que se le pide a la literatura, breve o no, es que sea literatura: arte de la palabra.
En tu caso, tu estilo me parece rotundo, denota una personalidad. Estaba seguro de ello, y sabiendo quién está tras el relato, lo confirmo. Creo que hay, como señalaba, aspectos mejorables, fruto quizá más de descuido que de desconocimiento. Pero insisto: tu relato me ha encandilado.
Enhorabuena.
Y un abrazo fuerte (pero breve: ¡¡¡hace tantoooo calorrrrr!!!).
Encantado de que hayas pasado por la lupa mi «Sánchez», amigo Eduardo. Otro abrazo para ti, artista.
JM
Muchas gracias, Ana. Es fabuloso someterse a esta lupa para ver lo que uno mismo no ha podido.
Un saludo
JM
Pues yo me descubro como ‘Y’ y he de decirte, Juan Manuel, que cuando leí tu texto me sonó mucho, tate, como que aquí mismo en esta casa esá colgado. Bueno, pues lo he comentado con el corazón en la mano, no hablo yo, creo, del abuso de calificativis sino,en este caso, de la cacofonía de los elegidos. Aun así, quédate con mi última frase (y sigue la saga…). Un abrazo.
Seguiré tu consejo, Eva, si tengo tiempo e inspiración. Efectivamente, «Sánchez» era un relato de ENTC que envié al microscopio porque tenía comentarios positivos y porque -no voy a negarlo- tenía un título que me implicaba a mí como voz narrativa y autor.
Gracias por tomarte el tiempo de leerlo con tanto detalle.
Un saludo
JM
Hola a todos, y en especial a Juan M
Soy X, y sólo quiero añadir que he hecho los comentarios con todo respeto al compañero que se prestaba a ello, en este caso tú, porque es a mi entender una valentía que yo aun no me he permitido. No he tenido el gusto de conocerte y tampoco he leído antes nada tuyo, por lo que he manifestado lo que, en mi modesta opinión, me parecía. No tengo animadversión ni a los adjetivos ni a la implicación del autor en el texto; siempre dejamos una parte de nuestra esencia cuando escribimos, y además la historia me parece buena, si bien creí interesante señalar los «defectillos», que yo veía y desde lo que me han enseñado, para aprender todos juntos.
Sin más, gracias por haberme permitido hacer este ejercicio crítico, que repito ha sido con todo el respeto que me merecen todos los compañeros de esta página.
Muchísimas gracias, Esther, por todo el tiempo que le has dedicado a la lectura y el análisis. Estar en desacuerdo no significa que la razón esté en un lado o en otro, al contrario -de hecho no hay lados-, tiene un enorme valor para saber cómo recibe el lector lo que se escribe, y eso es lo que pretende el microscopio. Es una sana costumbre que invito a practicar.
Un abrazo
JM