25. Remedios caseros
Paulino es lo último en robótica. Además de injertos de piel humana, su sistema de engranajes consigue que tenga sentimientos. Para su puesta a punto se le hizo visionar varias comedias, con las que se rio, y algunos dramas, con los que estrenó sus glándulas lagrimales. Pasadas todas las pruebas de calidad, se le puso un nombre, se le dio de alta en la seguridad social, se le buscó un hogar, un trabajo, y ahora es un ciudadano más. Ha estado viviendo con una chica hasta hace poco. Tal vez un pequeño desajuste provocó que las caricias, tan placenteras al principio, se convirtieran en descargas eléctricas, y ante tal circunstancia ella lo abandonó. Se le han caído las orejas, el ojo izquierdo, la boca y la nariz desde entonces. Lleva un esparadrapo en el bolsillo con el que recompone su rostro de cualquier forma. Antes parecía un hombre apuesto. Últimamente, más bien una pintura de Picasso. Uno de sus creadores se ha prestado a devolverle su aspecto original. Como apenas siente molestias, ha declinado el ofrecimiento. Le ha preguntado no obstante si puede coserle el corazón. Porque, aunque intenta disimularlo, cada día le duele más.
Una creación tan imperfecta que hasta tiene sentimientos. Habría que buscar la imagen y semejanza en algo más evolucionado.
Original y brillante, as usual.
Un abrazo.
Siempre es un placer que te pases por aquí, Maestro. Si además me dejas un comentario con el ingenio que te caracteriza y encima dedicas al relato esos dos adjetivos, pues el placer se multiplica por mil.
Muchísimas gracias, Rafa. Un fuerte abrazo.
Pablo, que tierno me parece Paulino, más sensible que muchas personas…
Un saludo y suerte.
¡Hola, Rosalía! Paulino es un buenazo. Acabo de tomarme una cerveza con él y le enseñado tu comentario. Me ha dicho que te envíe un beso de su parte, y que ya no tiene tan roto el corazón después de leerte. 😉
Otro besote de mi parte y mil gracias por pasarte por aquí. 😘
Paulino, humano y maquinal.
Tal cual. Eso pone en sus tarjetas de visita. 😆
Gracias por pasarte por aquí, genio.
Un abrazo bien fuerte.
Está claro que el sistema de engranajes ha dado con la tecla adecuada para que Paulino tenga sentimientos. El aspecto deteriorado, necesitado de un buen repaso de piezas, a él le da lo mismo; es el corazón roto el que quisiera que le enmendasen, pero si realmente es humano, eso no tiene solución mecánica ni de ningún tipo, si acaso, el paso tiempo, que podría suavizarlo un poco, porque no hay reparación posible.
Entrañable tu personaje, con su esparadrapo en un mundo tan tecnológico, en el que no han hallado remedio para la herida que provoca la falta de correspondencia.
Un abrazo y suerte, Pablo
Muy buenas, Ángel. Me regalas un comentario para enmarcar. Hasta que no te leo, pienso que el relato no está terminado, y es que eres el alma de esta comunidad. Tú siempre dices que aprendes mucho de nosotros por comentar, yo creo que tenemos que aprender de ti por tu generosidad, la lectura que haces de nuestros textos y el análisis que realizas de ellos. Paulino, que es todo corazón, y yo te estamos muy agradecidos.
Como bien dices, los males de corazón, no los físicos, sino los que provocan el desamor, no tienen una cura inmediata. A no ser que se tengan amigos como tú. En ese caso ese dolor es mucho más llevadero gracias a tus letras y a tus atenciones. Me lo ha dicho Paulino, que está la mar de contento después de leerte.
Recibe un gran abrazo de parte de los dos.😊
Ay qué bonito!
Enhorabuena.
¡Cuánto me alegra que te guste, Yolanda! Un placer que te hayas pasado por aquí. Un beso de mi parte y otro de parte de Paulino. 😘
Me encanta. Y qué final tan tierno. Mucha suerte, Pablo. Besucos.
¡Oh, María José! Me gusta que te encante, y que ese final tierno te haya gustado. Me dice Paulino que te lo agradezca, y qué gracias a tu comentario ya se siente mejor. Un besote de parte de los dos. 😘☺️
¡Qué tierno relato!
(Yo me he imaginado a Mr.Potato…)
Un beso!
Carme.
¡Hola, Carme! ¡Qué alegría encontrarte por aquí! Me agrada mucho lo que dices. Desde que Paulino ha leído tu comentario, se ha puesto un sombrero, se va cambiando de posición los ojos, nariz, boca y orejas, y ahora anda buscando a una Sra. Patata.
Un besote bien fuerte. 😘
Hola, Pablo.
Tu relato me ha parecido de lo más tierno. Consigues que, aún sabiendo desde el principio que Paulino no es humano, el lector empatice con él como si lo fuera.
Por otro lado y, como nos tienes acostumbrados, tu narrativa es estupenda.
Un cálido saludo. Te apunto como aspirante a la selección.
¡Qué alegría me das, Barceló, por pasarte por aquí y por lo que me cuentas! Esa era una de las metas del relato, que el lector empatizase con el protagonista. En cuanto a lo que comentas de mi narrativa, ¡jo!, no sabes cómo lo valoro. Es otra de mis metas en cualquier relato, contarlo lo mejor que puedo, y le doy muchas vueltas antes de terminarlo. Después nunca estoy a gusto del todo con el resultado. Y a veces, por más que lo intente, pues no sale como quiero. Por eso valoro mucho tus palabras.
Muchísimas gracias, Barceló. Un fuerte abrazo.
Me encanta.
Un abrazo.
¡Cuánto me alegra! A mí me encanta que te hayas pasado por aquí y tu comentario. Un besote.
Eres un máquina, Pablo, y tu Paulino, un sol. Y viceversa, por supuesto. Me ha encantado esa historia de humanización robótica, aunque no sé si, pobres de nosotros, nos merecemos ese parecido con los humanos (bip! bip!): son de lo peor. 😉
Gran relato: idea, forma, tono, ritmo… Suerte y abrazos.
Tú sí que eres un máquina, Rafael. Después de leerte, creo que el próximo relato que haga será una historía de robotización humana.🤔😂.
Se agradece mucho que te pases por aquí, genio, y que me dejes este comentario para enmarcar.
Un fuerte abrazo ¡bip! ¡bip!