27. Lo que bien empieza
El día comenzó perfecto. Hacer el amor en ese dulce estado entre el sueño y el despertar… y una buena ducha. Bienvenido, sábado. Música mientras preparamos el desayuno, un baile matinal aún descalzos, un beso apasionado. Resbala de sus manos la mermelada, risas cómplices mientras recogemos los cristales, todos, menos el que acaba perforando mi talón. Sangro, y no tenemos botiquín. Corre a la farmacia. Suena mi móvil: “¡Cerrada, cojo el coche, la de guardia cae lejos!”. Intento levantarme pero caigo al resbalar con la toalla, roja, empapada. Otra vez el móvil: “La policía no me deja pasar, una multitudinaria carrera solidaria. Tardaré.” Me mareo, salgo a suplicar a algún vecino, pero nadie contesta. Corriente de aire, portazo: me quedo en el rellano en pijama, descalza, sin móvil y sin llaves. Bajo con esfuerzo a la calle, pasa rápido un coche de policía, los llamo y persigo. Se van. Mi pie deja huellas rojas. Decido entrar en un bar. Asombro y bromas de los clientes hasta que alguien se ofrece para llevarme al hospital, pero continúa la eterna carrera… Acaba, y atasco monumental. Llegamos a urgencias, saturadas…
– Vaya día…
– Angustioso. ¿Aún te queda espray del olvido? Pues dale…
¡Qué estres!. Conseguiste transmitirme el día gafe de los protagonistas de tu historia. Saludos,Alvaro