27. NUEVO BARRIO (Ginette Gilart)
Germán ya lleva un tiempo viviendo en esta ciudad y no se acostumbra; encuentra los habitantes del lugar un tanto peculiares.
Su tortura comienza pronto por la mañana cuando sale para ir al colegio; al bajar las escaleras se tropieza con la vecina del cuarto, un horror de mujer. Luego en el autobús escolar se sienta en el fondo, se pone los cascos del iPod y cierra los ojos para no ver a los viajeros.
En la clase es un suplicio; todos los alumnos le miran raro. La profesora de ciencias intenta ser simpática y a veces se acerca a él, lo cual le aterroriza pues despide un olor tan desagradable que le repugna.
Por fin se acaban las clases y regresa a su casa, su refugio.
Cuando llega en el portal, otro obstáculo, la portera; no puede haber ser más feo. Ella sin darse cuenta de la repulsión que provoca le tiende un sobre:
—El cartero ha dejado esta carta para vosotros, pone Familia Monster.
En un ambiente donde lo corriente es ser un monstruo, los raros y distintos son los demás.
Un relato muy simpático, con el contraste entre dos mundos, bajo el punto de vista lógico del protagonista, pero con el acierto de que no se desvela hasta el final.
Un abrazo, mujer viajera y escritora
Olé, Ginette. Buen relato y qué nostalgia los monster. Es muy duro para los monstruos que nos acepten, solo por ser diferentes. Aunque en tu relato, creo que el que no quiere aceptar es el monstruo a los humanos.
Siempre creemos que los raros son los otros y se confirma en esta interesante vuelta de tuerca de “The Munsters”. Buena historia, suerte.
Saludos.
Muy divertido. Me encantaba la serie The Munsters, su vida como una familia tan normal, y lo has reflejado de maravilla en el relato. Besos.
Efectivamente los normales somos nosotros y los raros los demás. Craso error que muchos no sólo no lo resuelven, sino que ni se lo plantean.
Buena alusión a los Munster que a mí me recuerdan los de los años 60 German, Lily and family.
Besos.
Los Monster siempre me parecieron unos monstruos muy tiernos y divertidos. En estos tiempos creo que pasarían desapercibidos . Y es que todos somos raros, muy raros.No me extraña que Germán lo pasa mal . Se comprende. Mucha suerte, Gina.
Jajaja…no me acordaba de esa familia tan divertida dónde los humanos eran horrorosos y olían fatal (muy bueno el detallito). Los has recreado genial.
Divertida y bien llevada la historia. En un mundo donde nos creemos especiales, otros nos ven raros. Y que razón tiene tu protagonista, si nos quitáramos esa mascara insulsa de superioridad nos daríamos cuenta de lo singulares y extraños somos.
un recuerdo fantástico de aquella familia que nos hizo reír.
un beso.
Me has recordado otros tiempos así que esta noche duermo abrazado a la nostalgia que me ha producido tu relato. Me gusta como nos señalas lo que significa ser diferente, y cuando de reciprocidad que hay entre mundos diferentes. Mucha suerte 🙂
Hola, Ginette.
Germán Monster se sentiría orgulloso de este micro-homenaje.
Muy divertido.
Abrazos.
Pues sí, lo que es «normal» para unos es «raro» para otros, y viceversa.
Muchísimas gracias por leer mi relato y dejar vuestros amables comentarios.
Abrazos para tod@s.
Los cánones estéticos varían según las culturas, los tiempos… Y este micro es un claro ejemplo de ello.
La vuelta de tuerca del desenlace coloca al lector en el lado de los feos, de los monstruos 🙂
Un abrazo, Ginette.
Mucha suerte
Está claro que cada uno ve las cosas de forma diferente y lo que para uno es raro, para otro no.
Ese guiño a la familia Monster, me ha recordado los episodios de mi infancia.
Un abrazo
Ja ja ja!! Menos mal que alguien se ha acordado de esta familia!
Y no hace falta estar lleno de pelo o tener colmillos para sentirse así.