31. LA DECISIÓN (Ginette Gilart)
Cuando sonó el despertador Adriana se hizo la remolona, pero se levantó; era el gran día. Estaba desayunando cuando vibró el móvil; era su madre. No contestó. Luego fue al trastero a por la maleta de viaje y, mientras colocaba la ropa, vibró de nuevo el móvil; era Juan, su prometido. Tampoco contestó y se dio prisa, se le echaba el tiempo encima. Acabó de prepararse. Por fin lista, cogió las llaves, su bolso y la maleta y antes de salir de la habitación echó una última mirada al vestido de novia que colgaba de una percha.
Hay decisiones que pueden parecer muy drásticas y duras, pero son necesarias si enmiendan errores. Hay que tener suficientes agallas para dar marcha atrás cuando no hacerlo supone un largo sufrimiento.
Cuando esta mujer no quería ir al altar alguna poderosa razón tendría. Es mejor un disgusto pasajero que una pesadumbre sin fin.
Un relato breve, intenso y efectivo.
Un abrazo y suerte, Ginette
Siempre hay que liberar peso cuando uno hace la maleta. Y en este caso, hay un vestido que sobra. A veces es necesario tomar decisiones… Mucha suerte, Gina con este breve pero intenso relato.