34. NADIE NOTA NADA (Sergi Cambrils)
Hay quien necesita encerrarse unas horas al día para llorar y vaciarse; ahogar sus gritos desesperados en el cojín donde yacen sus propias lágrimas y, a modo de terapia, cuando se extingue esa incómoda presión en el pecho, conversar con los geranios que aún sobreviven al entorno sombrío de su casa para vomitarles la bilis de su desdicha. Se recupera pronto, pero se asfixia y sale a la calle a respirar otro aire, a cortar con ese tormento del alma. Su fortaleza le cambia el rictus y la convierte en otra persona capaz de interpretar una pose dicharachera. Así nadie nota nada.
Tu relato hace bueno el dicho de «la procesión va por dentro». No hay nadie que se salve de tener momentos bajos, hasta las personas más animosas y optimistas. La diferencia radica en que mientras unas se lamentan con frecuencia ante los demás, como si solo ellas tuvieran problemas, otras intentan no aburrir a nadie con las propias miserias, que para eso cada uno ya tiene las suyas. Siempre se ha dicho que los payasos y los cómicos tienen una cara oculta mucho más triste. Por otro lado, he recordado con una sonrisa esos episodios de dibujos animados y cómics en los que el personaje, para desahogarse, se iba a un sitio lejano y solitario, como el borde de un precipicio, para gritar y luego volver tan fresco. También es cierto que hay quien, cuando está consigo mismo, cae en la cuenta de todas sus miserias, por eso procura hacer la mayor vida social posible, pues la intimidad le pone frente a su verdadero espejo, algo así parece sucederle a tu protagonista.
Un abrazo, Sergi. Suerte
La desdicha reflejada en esos geranios que sobreviven en el entorno sombrío de su casa. Un relato que es un sufrimiento continúo, sobre todo, cuando la protagonista decide salir de casa con su mejor cara, para que nadie note nada.
Suerte y abrazo,