34. Reto rojo carmesí
A mis cuarenta años jamás me he pintado las uñas de los pies, las de las manos alguna vez pero nunca de color rojo, le confesé a una amiga. Se escandalizó. Me dijo que todo era empezar, que me lo tomara como un reto. Qué absurdo, ¿o no? Era verano, calzaba sandalias y ropa cómoda que me permitiera dar el pecho, el pequeño aún por destetar y el mayor acostumbrándose a la pérdida del reino. Decidí observar y hacer mi propio estudio de mercado. Ya fueran rubias, morenas, pelirrojas, jóvenes, maduras… la mayoría con uñas pintadas, y el color ganador era el rojo (rojo o negro, par o impar, hagan juego señores). Empecé a ver feos mis pies. Me compré un esmalte rojo carmesí y unas nuevas sandalias, con algo de tacón (ya correría él detrás de los niños) y lucí mis pies por todo el paseo marítimo. Mi hijo mayor me preguntó que porqué hacía eso, yo le dije que porque a mamá le gustaba, le relajaba. Y porque llorar en el coche se había convertido en una peligrosa costumbre.
Si yo fuera de las que lloran en el coche, o en la ducha, te diría que me ha encantado y te desearía suerte. Pero vamos, solo si lo fuera….
Si yo fuera alguien que te admira infinito te diría que te encante a ti me requeteencanta aún más a mí, pero solo si lo fuera…
Muchas gracias Arantza 🙂