37. La siembra (Susana Revuelta)
Toca este año cultivo de maíz, pero como si fuese de patatas o remolacha: el pronóstico dice que no caerá una gota de agua, otra cosecha perdida. Pese a todo ahí sigue Desideria, removiendo la tierra, cavando zanjas, quitando caracoles, arrancando zarzas.
Budapest, ¡qué preciosidad! Vio una foto del puente en el escaparate de una agencia de viajes un jueves que bajaba al mercado con sus hortalizas. Incluso a Cáceres se hubiese ido ella de luna de miel. Pero su boda se hizo a toda prisa y luego fue la campaña de la fresa, la de la aceituna y entonces llegó Genaro. Sietemesino, repetía la abuela, pese a los cuatro kilos largos que arrojó la balanza. Uno tras otro fueron naciendo Chelo, Rosaura, Juanillo, Tomasa, Chiqui y Nandín. Y, a lo último, aquellos dos pingajos de piel transparente, que hasta se les veían las venas, y que se le escurrieron entre los muslos mientras tendía la colada. Los enterró bajo la tierra amarilla sin contarle a nadie nada.
Piensa en esto y en acordarse de zurcir unos calcetines mientras se mete en el bolsillo del mandil unos huesecillos que han salido de la tierra con la última palada.
Muy bueno, Susana. Desde ese título que de pronto brota al final del relato y esos recuerdos de Desideria que, por lo laborioso y otras hierbas, solo pueden ser amarillos. Me gusta muchísimo. Mucha suerte.
Me encanta. Un relato duro.
Redondo. Enhorabuena Susana.
Una mujer incansable y sufrida, con sueños a los que renuncia si hace falta. Lo suyo es vivir apegada a la tierra con sus vaivenes, como también saber aceptar todo lo que el devenir quiera darle o quitarle, desde hijos sanos a malogrados. Se supone que en su vida habrá o hay un varón, pero de él no sabemos nada, lo que acentúa su lucha solitaria. Todo ello sin una queja, una heroína a su manera, una luchadora épica que desconoce que lo es, un gran personaje.
Un abrazo, Susana. Suerte
Jolines, Susana, qué buen relato!!!
Tremendo final.
Costumbrista. Duro. Árido como la tierra que la protagonista trata de sembrar.
Un abrazooo grande.
Un relato que se va tornando más potente a medida que avanza. Me parece Impactante, cuando los fetos se escurren entre los muslos. Terrible, cuando la madre les entierra, guardando el secreto. Brutal, cuando guarda la cosecha de su secreto en los bolsillos. Conciliando los dos pensamientos a la vez: uno, tan áspero al alma y otro, tan banal, como zurcir calcetines. No será fácil olvidarlo. Un saludo, Susana.
Se me seca la boca al leerlo, como si esa tierra árida que se escapa del texto me inundase. Igual que la protagonista, que hasta los sueños se le secan. Me desasosiega tanto como me gusta.
Tremendo relato, Susana. Impactante final, ¡cómo me gusta eso de ti!, la fiera de los finales…;-)
Un besote y ¡suerte!
Esos huesecillos e clavan, y hacen pupa, como esa foto de Budapest en los ojos de a quien entre cosecha y recolecta, la vida carga de hijos y responsabilidades. Me encanta el final, Susana. Y el principio.
Un beso.