4. BLANCO Y NEGRO (Mariángeles Abelli Bonardi)
Nunca disfruté del encendido del árbol ni decoré, con verdes y con rojos, una casa de jengibre.
Cuando llegaba la época más colorida del año, yo no permitía, en mi salón de clases, ningún tipo de adorno navideño.
Después de probar de todo sin resultado alguno, terminé por asumirlo: mi vida se reducía a sólo dos colores. Y entonces, cuando ella me ofreció esos lentes, supe lo que era realmente ver…
Bajo el muérdago, mirándola a los ojos, me incliné para besarla: Iris, la bella optometrista, curó mi daltonismo y mi soledad.


Esa profesional ha sabido llenar la vida de este hombre de todo el colorido que le faltaba, física y afectivamente, a través de los ojos y del corazón. Muchas veces no se sabe lo que uno ha perdido hasta que lo encuentra.
Los relatos de dos personas que congenian siempre aportan satisfacción y hasta confianza en el ser humano, una magia necesaria.
Un abrazo y suerte, Maeiángeles