41. LA QUIJOTADA DE VAN GOGH (Mariángeles Abelli Bonardi)
El libro llegó con la última carta de Théo, y ha sido un consuelo en sus largas, difíciles horas. Pasa sus manos por la tapa, lo abre, relee; luego toma el pincel y mira el lienzo en blanco… En un lugar de la mancha aparecen los ojos, y en las pupilas, molinos de viento… Molinos de viento iguales a los suyos, esos que a veces, de tan gigantes, le hacen perder la batalla… Aparece el rostro, la barba vigorosa, los bigotes y el cabello en punta… ¿No es acaso la locura, volviéndose su espejo? Siguen las convulsas, gruesas pinceladas, sin detenerse, hasta llenar la tela… Cuando se seque la pondrá bajo la cama, allí, donde están las otras: los Girasoles, los Lirios, y esa Piedad a cuyo Cristo también le ha dado sus propios rasgos…