43. EL MONSTRUO
De pequeño le daba miedo la oscuridad. Sólo el amanecer podía calmar los latidos desbocados producidos por sus tenebrosos pensamientos.
Ahora busca la luz en las pupilas ajenas. Trata de contener la taquicardia cuando mira el brillo del metal.
De pequeño le daba miedo la oscuridad. La mañana le calmaba. Le fascinaba ver un haz descompuesto en colores.
Ahora observa los cortes, el color rojo, la descomposición de la carne.
De pequeño le daba miedo la oscuridad. Sabía que entonces iría a visitarle.
Ahora teme la luz, la imagen del monstruo en el espejo.
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Los psicólogos sostienen que los traumas de la infancia son determinantes para conformar la personalidad del adulto. Ese miedo atroz a la oscuridad de tu protagonista durante su niñez terminó por invadirle en el peor sentido de la palabra. Su razón, con el norte perdido, se obsesionó en buscar una luz salvadora, pero de la manera más equivocada, con cuchillo y violencia gratuita. Es lógico que no quiera ver iluminado su propia imagen, en lo que se ha convertido.
Un relato lleno de intensidad, con el que buceamos en una mente enferma y en los motivos que llevan a una persona a cometer las mayores y más gratuitas atrocidades.
Un abrazo, Concha
Suerte
Gracias, Ángel, por pasarte y comentar. Un abrazo.