455. METAMORFOSIS, de Musgo 5
Lo vieron por última vez entrando en un bosque, con el verde absorbiendo las huellas de sus pasos y el tiempo escondido en las ramas más altas.
Dicen que el murmullo de sus palabras se confundió con el rumor de la brisa entre las hojas y que ahora es una canción vegetal para quien sepa escucharla.
Cuentan que su piel es un terciopelo silvestre que acaricia el alma de quien se adentra a oler el aroma de la tierra mojada que descansa bajo el musgo. Que inventó un nombre para cada árbol y lo susurra, incansable, a cada rayo de luna que logra atravesar la espesura. Que coloca en su lugar a cada gota de lluvia, a cada brillo de sol, a cada soplo de viento.
Cuentan que convirtió sus prisas en un salto de agua, sus complicaciones en piedras junto al camino y sus problemas humanos quedaron escondidos en troncos centenarios.
Aseguran que se transformó en el bosque que lo acogió, en el verde que calmó sus ansias, en la paz que cubrió su necesidad.