46. DESPROPORCIONES (Edita)
Estudié a destajo para no perder la beca. Fui la número uno de mi promoción con el único propósito de saciar su orgullo. Gracias al brillante expediente académico, conseguí un trabajo como investigadora. En el extranjero, claro. La crisis me sirvió de coartada. A cambio, tuve que aceptar una condición: mi madre emigraría conmigo. Me rebelé; hice referencia a los derechos que me otorgaban la mayoría de edad y la independencia económica; fingí el mayor de los pataleos… Nada. Mi padre, como siempre, inflexible. ¡Bien!
Ella, que nunca había salido de casa, consintió sin rechistar para que yo, su niña, no anduviera sola por el mundo adelante. Me siento satisfecha de tan importante objetivo cumplido: romper las ataduras invisibles que le impedían respirar lejos de un marido absorbente. Pero me falta lo más difícil. Se acerca diciembre y no encuentro el momento ni la forma de decirle que no estamos en Alaska. Temo su reacción cuando se entere de que en Marte no hay turrón.
Interesante micro en el que se superponen varias realidades. Por un lado, la emigración de los jóvenes para conseguir trabajo, no les queda otra, ni siquiera tu protagonista, la primera de su promoción, se ha librado de tener que irse lejos, muy lejos. Por otro, ha logrado liberar a su madre, demasiado apegada a un lugar y a una persona, para que vea mundo. El final, muy simpático y en tono diferente al del resto del relato, hace que se termine con una sonrisa.
Un abrazo, Edita. Suerte
Muy bueno tu comentario de texto, como siempre. Muchas gracias.
Curioso relato, en el que nos muestras varios temas interesantes, como la desgracia que supone la obligada emigración de muchos de nuestros jóvenes, ese tipo de maltrato que supone el ninguneo hacia otra persona o la forma de hacer feliz a quien queremos contando alguna que otra mentirijilla sin importancia. El final, genial. Enhorabuena, Edita. Suerte y un saludo.
Genial tu comentario. Muchas gracias.
Hola, Edita.
Caramba con el padre de familia ( hay tantos así ) coaccionando a base de bien a su esposa y a su hija. pero esta última, se entiende que menos apocada que su madre, pone tierra de por medio, muy lejos, tanto que emigran juntas a Marte, que de haber tenido turrón, les habría supuesto a ambas el colmo de la dulzura. Buena sorpresa final, tan buena como tu propuesta. Te felicito.
Un beso.
Amables palabras las tuyas. Muchas gracias.
Parece que la chica debe emigrar pero preferiría hacerlo sola. La madre, no se sabe si fue convencida por el marido, deseoso de verse libre, o quería sobreproteger a su hija, se va con ella. Y, al final, nos haces sonreír, algo difícil si pensamos en las historias que nos has contado. Felicidades, Edita.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras.
Muy generoso. Te recompensaré con un billete de ida. La vuelta la pagas tú. 😀
Muchas gracias.
Jaja, una pequeña pega lo del turrón… supongo que habrá un buen paisaje (aunque un poco rojo), hay que ver lo difícil que es romper algunas ataduras. Ingenioso micro, Edita, con sorpresa final.
Un saludo.
Me alegro de que te haya hecho reír. Muchas gracias.
Desde el título, que se entiende una ves leído todo, hasta el desarrollo y final me gustan muchos, además de ser fan de la ciencia ficción, me hacen disfrutar tu genial relato.
Felicitaciones Edita y la mejor de las suertes.
Oh, qué bonito lo que dices. Muchas gracias.
Leer este relato el día que marcho al extranjero, con la maleta llena de turrones ( allí no hay) a visitar al hijo que tras mucho estudiar encontró trabajo fuera… casi me lo pienso :)). Me tranquiliza el hecho de que mi marido va conmigo. Gracias por sacarle una sonrisa a este tema que tantos sufrimos. Enhorabuena. Cuando vuelva de marte os seguiré leyendo. Un abrazo.
😀 Qué feliz coincidencia. Buen viaje a Marte. 😉
Muchas gracias.
Tu relato es como un bombón relleno, en el envoltorio humorístico se esconde un amarga crema de crítica social. Buena mezcla!
Qué sabrosa metáfora, ¡me encantan los bombones rellenos! Muchas gracias.
Jajajaja, vaya, ha sido un final impactante. Yo creo que a su madre le dará igual Marte que Alaska. Por lo que cuentas su felicidad no está en el lugar, está en la compañía.
Abrazo y suerte, Edita
Me satisfacen tus risas. 😀 Muchas gracias.
Edita, muchos sentimientos y situaciones apunta tu relato, la posibilidad de interpretarlos es nuestra. Buena idea. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda.
No sé si reírme o llorar.
Tu relato llega al lector por varias vías, ya que juegas muy bien con la ironía y el doble sentido.
Ese «turrón» y «Marte» finales consiguen dar un giro tremendamente efectista al relato, matizando e intensificando toda la narración anterior.
Un abrazoooo, Edita.
No me puede gustar más un comentario. Muchas gracias.
Sin turrón y con las Navidades tan cerca… ¿acaso no sabe esa chica que las mentiras tiene patitas cortas? ¿O será que son mentiras marcianas y por eso las sigue estirando y estirando?
Muy bueno, EDITA; tu micro y el de Ángelbien podrían ir juntos en una antología de micros marcianos.
Cariños,
Mariángeles
🙂 ¡Ay qué graciosa! Muchas gracias.
Me gusta lo que cuentas, esa rebelión inteligente sobre la falta de libertad, así como la liberación de la madre. Únicamente el final no me convence, le hace perder fuerza, en mi modesta opinión. ¿Cómo la madre no va a saber que están en Marte? ¿Qué importancia tiene el turrón? Por ello el relato podría terminar en “Se acerca diciembre” con lo que el lector le queda claro que ahora es tiempo de volver a casa o no volver. En fin, problema mío. Suerte.
Me gusta tu comentario. Quizás tengas razón. O no. Cuestión de puntos de vista; ni te imaginas las vueltas que le di al dichoso final hasta que me quedé a gusto. Con lo fácil que lo tenía y no supe verlo… 🙂 Lo importante es que has dado una opinión razonada y sincera que hace pensar. Muchas gracias.
Sorprendente, entrañable, humano y delicioso. Gracias Edita, y enhorabuena
Delicioso tu comentario. Muchas gracias.
La “movilidad exterior” alcanza aquí su máxima expresión y transversalidad. Y lo del turrón…, pues hombre, empollona, becada, número uno, expediente académico intachable e investigadora, algo discurrirá. Turrón de roca, pongo por ejemplo, que los de Jijona aún no tienen totalmente perfilado.
Suerte
😀 ¡Qué gracia! Muchas gracias.
Coincides con Ángel al irte más allá de las fronteras terrestres. Supongo que cuando aquí no demos para más, alguien hará como tu prota.
Y los de Jijona aprovecharán y harán el agosto, seguro.
Mucha suerte Edita.
Que no falten emprendedores aunque sea en la Luna. 😀 Muchas gracias.
Original relato de ciencia ficción con tintes navideños, jajaja. Nuestra inteligente protagonista se vale del instinto protector de una madre para prestarle sus alas de libertad y romper su cadenas. Enhorabuena, Edita. Abrazos y suerte.
Muy bueno tu punto de vista observador. Muchas gracias.
Buen relato Edita. Nos muestras dos problematicas existentes en nuestra sociedad muy bien narradas, para terminar con una sonrisa en los labios.
Suerte
Muchas gracias por pasarte por aquí y sonriendo, además. 🙂
Hola, Edita.
Una migración extraplanetaria. Es una idea que aunque pueda dar risa a mí me produce pavor.
El final lo cierras con ese guiño al turrón que le resta gravedad al asunto.
Me ha gustado, guapa.
Un abrazo enormísimo.
Mil gracias, guapetona.
Un final inesperado que resignifica la historia. ¡Mucha suerte!
¡Muchas gracias!