46. Miradas sucias
Nadie sabe nada, pero todo el mundo opina. Aunque les falte vocabulario para nombrar las cosas, aunque carezcan de colores en la paleta para definir matices, aunque no tengan luz para entender lo que creen ver. No existe una ética infalible que justifique azuzar los perros a los que son diferentes o se salen de la media, a las supuestas ovejas descarriadas.
Por eso Clara traga bilis y se muerde el labio cada vez que un ignorante le cuelga otra etiqueta más. Ya son tantas y tan variadas que ha pensado clasificarlas y hacer una exposición. Las tiene manidas por causas originales, como la de pésimo gusto por su cómodo corte de pelo o de mala cocinera por hacer el cocido sin garbanzos. Las tiene extrañas, por su manía de ver el mundo de otro color. Las tiene típicas, de esas que provienen de celos absurdos y envidias malsanas; cuadriculadas, como las mentes que se las pusieron, estúpidas como sus motivos, pueriles, inadecuadas, arcaicas, humillantes. Injustas todas.
Clara sabe que solo le pesarán si cede a la tentación de enturbiar también sus ojos fijándose en ellas y, aunque a veces le duele el cuello de soportarlas, jamás agacha la cabeza.
¡Qué bien lo cuentas, Eva! Haces que parezca sencillo, pero no lo es, porque detrás de cada frase hay un significado y porque la forma cuenta, vaya que si cuenta. No es lo mismo «tragar bilis y morderse el labio» que sentirse enojado, porque de la forma primera el lector experimenta el gusto amargo que deja el sentimiento.
Gracias a tu historia he recordado una frase que me encanta: «El que vence a los demás es fuerte, el que se vence a sí mismo es poderoso» LAO TZU. Tu protagonista necesita vencerse a sí misma para no hacer caso al qué dirán y mantener alta la cabeza, chapó por ella, y por ti.
Un abrazo.
Bonita frase esa de Lao Tzu. Es verdad que muchas veces hace falta vencerse a uno mismo para no acabar actuando como los que te empujan y pretenden derribarte quisieran. Muchas gracias, Ángel por el comentario. Un abrazo.
Eva ¡cómo has descrito esas etiquetas que a veces pesan como mochilas cargadas de piedras!, aunque ese final me ha encantado. Las miradas sucias duelen, pero también se aprende a dejarlas a un lado. Mucha suerte , es un relato muy bonito.
Besicos muchos.
Nani, tu mirada siempre es limpia y transparente y a mi me encanta que me mires así. Muchas gracias y besicos millones.
Resulta insensato tratar de agradar a todos, porque es tarea imposible. Son demasiadas las energías gastadas para una batalla perdida de antemano. Pero somos seres sociales que somos necesitamos vernos en las miradas de los demás. Tratar de sobrevivir con integridad ante un bosque de opiniones, muchas veces malintencionadas, no es tarea fácil. La clave está en la última frase que resume la filosofía de tu protagonista: no agachar la cabeza.
Un relato de corte psicológico acerca de una persona contra el bombardeo de opiniones que tratan de mediatizarla, un personaje con el que, en mayor o menor medida, nos podemos identificar todos.
Un abrazo, Eva. Suerte
Ángel, siempre tan profundo…Creo sinceramente que la gente gasta demasiadas energías en juzgar a los demás cuando podrían mejorar sus propias vidas mirándose a si mismos. Y lo peor es que muchas de esas etiquetas se cuelgan sin mirar, por indicios, sin saber, sin conocer, por formar parte de una masa gris que no concibe elogiar ni, por supuesto, tolerar los colorines. A veces da mucha pena. Un abrazo y gracias.
Un gran trabajo, Eva. Me gusta esa forma de mostrar los sentimientos, de hacer partícipe al lector par que adivine qué etiquetas son las que debe soportar la protagonista y, sobre todo, me gusta que ella nunca agache la cabeza.
Suerte y abrazo,
Gracias Anna. Agachar la cabeza implicaría dejarse vencer, avergonzarse por algo que los demás consideran indigno, admitir que importa lo que piensen los demás, rendirse a una sociedad estrecha de miras y rápida de juicios. Hoy día todo el mundo opina y se cree con derecho a ello. Un beso fuerte.
En una realidad donde los «me gusta» tienen para muchos un valor exagerado, me encanta recibir este soplo de aire en forma de rebeldía. Todos somos distintos en algo. Todos tenemos lugares por los que nos pueden hacer daño. Sin embargo, tu protagonista decide no bajar la cabeza. Sentirse orgullosa de sí misma. Y eso me encanta. ¡Mucha suerte, amiga!
Gracias campeona. Es verdad que hoy en día parece que las personas solo viven a través de la aceptación ajena y que aceptarse a uno mismo parece un logro de psicoterapia. Dar el poder a la gente de hundirte a través de sus opiniones está en nuestra mano. ¡Un beso!